LONDRES.- Las autoridades francesas se negaron a obligar a los paparazzi que persiguieron al Mercedes en el que fallecieron la princesa Diana y su novio, Dodi al Fayed, en 1997, a prestar declaración en la investigación judicial sobre su muerte, confirmó hoy el juez Scott Baker.
Baker, a cargo de la pesquisa, admitió que la negativa francesa le "decepcionaba", ya que previamente había asegurado que no dejaría "ninguna piedra sin levantar" en su propósito para lograr la comparecencia de estos testigos cruciales de la tragedia.
En un comunicado emitido hoy, el juez dijo que entendía que las autoridades galas tenían dos razones por las cuales se negaban a forzar la comparecencia de los fotógrafos.
La primera, señaló, hacía relación a que los paparazzi alegaban que ya testificaron durante la investigación francesa sobre el fallecimiento de Diana y que por ello no tenían nada más que añadir.
El segundo motivo, según Baker, es el argumento de las autoridades francesas de que "si se emplea la fuerza para obligar a los testigos a comparecer, esto podría dañar las relaciones entre los medios de comunicación, el gobierno y el público en general".
Baker indicó que "entendía" y "respetaba" dicha decisión, pero que le "decepcionaba" no poder escuchar la declaración de los paparazzi.
"Me han asegurado que las autoridades francesas continúan comprometidas en su política de cooperación y transparencia", agregó.
Previamente, el juez a cargo de la investigación británica acusó a las autoridades francesas de tomar una decisión "política" al no obligar a declarar a esos paparazzi.
La mayor parte de los fotógrafos retiraron su cooperación después de que el motorista Stephane Darmon, quien conducía la moto en la que viajaba el fotógrafo Romuald Rat la noche en la que murió la princesa, fuera sometido a un nuevo interrogatorio exhaustivo y supuestamente agresivo en una vista de Londres celebrada en octubre pasado.
Michael Mansfiel, abogado del empresario de origen egipcio Mohamed Al Fayed, padre de Dodi, instó al ministro de Justicia, Jack Straw, a que interviniera tras la negativa francesa a obligar a los fotógrafos a testificar.
Diana, de 36 años, murió el 31 de agosto de 1997 junto a Dodi al Fayed, de 42, y al chofer del vehículo, Henri Paul, al chocar el automóvil contra una columna de un túnel del Puente del Alma cuando era perseguido por varios paparazzi.
El jurado de la investigación judicial británica debe establecer si la muerte de la princesa fue producto de una conspiración o un trágico accidente.
Mohamed al Fayed continúa convencido de que su hijo y Diana fueron víctimas de una conspiración al más alto nivel, con la participación incluso del marido de la reina Isabel II, Felipe de Edimburgo, para impedir que la pareja pudiera casarse.
Dos investigaciones policiales previas, una en Francia y otra en el Reino Unido, concluyeron que el suceso se debió a un accidente causado porque el conductor conducía muy rápido y bajo la influencia del alcohol.