LONDRES.- La viuda del ex espía ruso Alexander Litvinenko, envenenado hace un año en Londres con una sustancia radiactiva, demandó a Rusia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por su presunta implicación en el crimen.
En una rueda de prensa celebrada hoy en Londres para conmemorar el primer aniversario de la muerte de su marido, Marina Litvinenko confirmó las acciones legales contra Rusia y subrayó que seguirá luchando para llevar al asesino ante la Justicia.
"Necesitamos apoyo, más apoyo oficial. Prometo que un día sabremos al final quién es el responsable (del asesinato) porque, sin conocer eso, no podemos sentirnos seguros", dijo la viuda, al tildar de "farsa" la investigación rusa del suceso.
La abogada de Marina Litivinenko, Louise Christian, explicó los detalles de la demanda, que alega una presunta violación del derecho a la vida, y un trato inhumano y degradante del antiguo agente secreto, cuyo caso evocó las intrigas de la Guerra Fría (1945-1990).
Christian, especializada en derechos humanos y famosa por haber representado a reclusos británicos de la base naval estadounidense de Guantánamo (Cuba), acusó al Estado ruso de "complicidad activa o connivencia" en el asesinato de Litvinenko.
La letrada señaló también que un experto nuclear estadounidense siguió la pista del isótopo polonio 210 -sustancia radiactiva usada para aniquilar a Litvinenko- y concluyó que procede del laboratorio estatal de Avangard, a 300 kilómetros al este de Moscú.
Según Christian, el experto cree "casi cierta" la participación del Estado ruso en el crimen, pues el polonio se guarda en las citadas instalaciones bajo fuertes medidas de seguridad.
"Si un grave crimen de la envergadura de este envenenamiento queda impune, eso desacreditará toda la autoridad de la policía, los tribunales y el gobierno (británico)", remarcó la abogada, al advertir que la batalla en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo (Francia), será un "procedimiento largo".
Antes de la rueda de prensa, la viuda, la abogada y varios amigos del difunto, entre ellos el magnate ruso Boris Berezovsky, se congregaron de forma simbólica ante el University College Hospital, donde falleció el ex espía el 23 de noviembre de 2006.
En ese escenario, Alex Goldfarb, amigo y portavoz de Litvinenko en sus últimos días de vida, volvió a leer la carta póstuma en la que el ex agente secreto acusó al Presidente ruso, Vladimir Putin, de estar involucrado en la trama que condujo a su envenenamiento.
"Usted puede tener éxito en silenciar a un hombre, pero los alaridos de las protestas de todas partes del mundo van a resonar, señor Putin, en sus oídos el resto de su vida", escribió Litvinenko en su lecho de muerte en la misiva leída por Goldfarb.
En la carta, Litvinenko aseguró que el Kremlin estaba detrás de su asesinato por haber acusado a los servicios secretos rusos de causar una serie de explosiones en un edificio de Moscú en 1999 para ayudar a Vladimir Putin a llegar a la Presidencia.
El difunto, ex espía del Servicio Federal de Seguridad (antiguo KGB), enfermó repentinamente el 1 de noviembre de 2006, tras reunirse con dos compatriotas, Andréi Lugovói y Dimitri Kovtun, en el hotel Millennium de Londres, donde tomó una taza de té.
Varias personas que trabajaban en el hotel Millenium dieron positivo en unas pruebas de radiación.
El gobierno del Reino Unido pidió a Rusia la extradición del Lugovói -empresario y también ex agente secreto- como sospechoso del crimen, si bien Moscú sostiene que la Constitución rusa prohíbe expresamente la extradición de nacionales del país.
La negativa rusa provocó el pasado verano una crisis bilateral que desembocó en la expulsión de cuatro diplomáticos rusos de Londres y otros tantos diplomáticos británicos de Moscú.
Por su parte, Logovói, que ha negado repetidamente las acusaciones, se ha convertido en su país durante los últimos doce meses en una celebridad que, incluso, aspira a un acta de diputado.