PEKÍN.- Un joven matrimonio de profesionales decidió separarse tras diez meses de casados para “dedicar más tiempo a sus respectivos amantes", un caso ejemplar entre los muchos recogidos en un análisis sobre el egoísmo de los “jóvenes emperadores” chinos publicado hoy.
La separación de Li Lei y Wang Yang, dos jóvenes en su veintena, que tardaron 20 minutos en firmar los papeles del divorcio para estar con sus amantes, es paradigmática de la generación de “hijos únicos” de clases medias y altas chinas, incapaces de entablar lazos afectivos, según expertos citados hoy por el diario “China Daily".
"Las bodas entre la elite china consisten más en amasar fortunas que en cuidar una relación. Cuando una pareja con mejores perspectivas se cruza en su vida, algunos como Li y Wang no pierden tiempo en romper,” señalan los expertos.
Estos “emperadores” y “emperatrices,” producto de la prohibición de tener más de un hijo por familia en vigor desde 1979, han sido mimados por padres y abuelos hasta el punto de carecer de empatía y dar sólo prioridad a sus necesidades, explica el psiquiatra y catedrático, Fucius Yunlan.
"Son muy débiles para crear lazos afectivos horizontales y comunicarse con los de su misma generación. Tienden a aplicar un acercamiento vertical en sus relaciones", agrega el experto.
Psicólogos y consejeros indican que muchos matrimonios de esta generación de consentidos “se separan tras una semana o pocos meses".
Un tercio de los casos de divorcio registrados en las zonas urbanas chinas están protagonizados por esta generación.
Fucius culpa a las familias de la educación de los hijos, ya que los padres se llegan a sacrificar hasta extremos impensables por ellos, pero “ignoran la educación emocional de sus hijos".
Las clases altas chinas son las más proclives a mantener unos vínculos más superficiales en una sociedad en la que la familia sigue siendo un pilar básico, y el divorcio motivo de vergüenza.
"En esta generación no queda ni rastro de cómo nos sentíamos en el pasado. Los chicos no se atrevían a tocar los dedos de su novia antes de la boda", recuerda un ciudadano apellidado Xu, de 55 años.
El sexo pre-marital podía costarle el trabajo a los obreros de los tiempos del presidente Mao Zedong, o la expulsión de una universidad, mientras que hoy la liberación sexual es cada vez más temprana.