JERUSALÉN.- Arqueólogos israelíes descubrieron en Jerusalén Este una residencia monumental del siglo I que pudo haber pertenecido a la reina mesopotámica Helena de Adiabene, convertida al judaísmo y quien fue enterrada en esta ciudad.
El hallazgo, revelado hoy por la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), se produjo en un viejo estacionamiento junto a las murallas de la vieja ciudadela, en la llamada "Ciudad de David", a poco más de un centenar de metros de la mezquita de Al-Aksa.
"Para la época se trata de un edificio que no pudo pertenecer a cualquier persona, sino únicamente a la clase más pudiente o a la aristocracia", dijo el arqueólogo Dorón Ben Amí, en una rueda de prensa junto a los restos de la milenaria residencia.
Los hallazgos apuntan a una lujosa mansión de al menos dos plantas, que se conservan hoy, pero al parecer era mucho más grande cuando estaba habitada.
"Hemos hallado unas bases muy fuertes, algunas de más de cinco metros de altura, y cimientos de piedra de cientos de kilos", explicó el experto al advertir que, con toda seguridad, el edificio debió ser monumental hace dos milenios.
La construcción, que contiene varias salas y un baño ritual, fue derrumbada alrededor del año 70, durante la Gran Revuelta judía contra Roma que acabó en la destrucción de Jerusalén y el exilio de los israelitas.
Ben Amí explicó que hace ocho o nueve meses comenzaron a excavar en el viejo estacionamiento, después de que les ofrecieran esa posibilidad en una zona que está considerada como uno de los yacimientos más ricos por su proximidad al lugar donde se hallaba el Templo de Jerusalén.
El terreno en cuestión fue comprado hace unos dos años por la Fundación "Ir David" (Ciudad de David), que se dedica a rescatar el pasado judío alrededor de la ciudadela.
Por el momento, los arqueólogos no se aventuran a poner nombre a los posibles propietarios de la residencia, "no hasta que no aparezca por lo menos una inscripción" que así lo atestigüe, según Ben Amí.
"Pero sabemos por el historiador (judío) Flavio Josefo que el edificio fue probablemente construido por la familia real de los Adiab", explica.
Se trata de la familia que gobernaba el reino mesopotámico de Adiabene, con capital en Arbela (actual Irbil, Irak) y que en el siglo I se convirtió al judaísmo por influencia de dos comerciantes hebreos, según distintas fuentes.
"Helena la Reina residió aquí durante un tiempo e insistió en vivir cerca del Templo", matiza el arqueólogo.
Según las fuentes históricas, Helena se construyó en Jerusalén un palacio para ella y otros para sus hijos Izates bar Monobaz y Monobaz II, "en la parte norte de la ciudad de David, al sur del Monte del Templo", donde fue descubierto el monumental edificio.
El Talmud, compilación de leyes e interpretaciones de la ley ortodoxa judía, menciona que Helena y sus hijos donaron grandes sumas de dinero a la Jerusalén de la época, tanto al Templo como a la población.
Entre las piedras y muros de la residencia, la Autoridad de Antigüedades encontró restos de frescos policromados, techos abovedados, instalaciones de agua y monedas antiguas.
Hay incluso una pequeña compuerta en el piso inferior por el que sus ocupantes probablemente trataron de escapar durante la ofensiva romana para sofocar la Gran Revuelta (66-73).
El hallazgo, a unos 15 ó 20 metros de profundidad, estaba cubierto de estratos pertenecientes a las épocas romana, bizantina y de la primera etapa del Islam (siglos I al VIII).
Debajo se hallaron restos del período helenístico (332-167 a.C) e incluso algunos de la época del Primer Templo judío (1025-586 a.C.).
Ben Amí se mostró muy cauto sobre estos últimos estratos y afirmó que sólo en el futuro, cuando se completen las excavaciones, se podrá saber lo que realmente esconde este yacimiento y si, realmente, la monumental residencia perteneció a la reina de Adiabene.