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El ex dictador indonesio Suharto, muere a los 86 años

Aplastó el movimiento comunista de su país y gobernó con mano de hierro por tres décadas. Se estima que bajo su mandato, murió un millón de opositores políticos. Falleció en un hospital de Yakarta.

27 de Enero de 2008 | 05:08 | AP
YAKARTA.- El ex dictador indonesio Suharto, general del ejército que aplastó al movimiento comunista nacional y gobernó el país con mano de hierro durante 32 años, matando incluso a un millón de opositores políticos, murió el domingo. Tenía 86 años.

Suharto permanecía en un hospital capitalino desde el 4 de enero, cuando presentó insuficiencia en los riñones, el corazón y los pulmones. Los médicos prolongaron su vida durante tres semanas mediante diálisis y un respirador, pero el ex líder cayó inconsciente y dejó de respirar por su cuenta durante la noche. El domingo cayó en coma.

Un comunicado emitido por el médico principal de la presidencia, Marjo Subiandono, dijo que se declaró el deceso a las 13.10. La causa de la muerte fue insuficiencia de varios órganos.

Los médicos no trataron de resucitar a Suharto cuando su corazón dejó de latir, porque el órgano estaba demasiado debilitado, dijo el médico Joko Raharjo. “Todos sus hijos estaban al lado de su cama”, añadió.

La oficina del presidente Susilo Bambang Yudhoyono anunció una semana de duelo nacional. Convocó a izar las banderas a media asta y a que una caravana transporte el cadáver hasta la casa de la familia.

Durante la última semana, los médicos habían hablado de que el ex líder se recuperaba, pero las versiones optimistas cambiaron el domingo, cuando se reportó que se encontraba “muy grave”.

Nacido el 8 de junio de 1921, Suharto tuvo que ser hospitalizado varias veces en los últimos años después de que sufrió derrames que le provocaron daño cerebral y le afectaron el habla. Las transfusiones sanguíneas y un marcapasos ayudaron a alargar su vida, pero padecía insuficiencias en los pulmones, en los riñones, el hígado y el corazón, dijeron sus médicos.

Su frágil salud le permitió evitar los tribunales en la década después de que cayó del poder. Ni un sólo miembro de su régimen brutal ha sido juzgado por el asesinato de medio millón de opositores políticos.

Fue trasladado en enero desde su cómoda villa en la capital al hospital Pertamina con los intestinos hinchados, una presión arterial peligrosamente baja y anemia. Horas después, el presidente Susilo Bambang Yudhoyono dijo que estaba en estado crítico y le pidió al país que rezara por su recuperación.

Suharto, uno de los dictadores más absolutos del mundo y aliado de Estados Unidos durante la Guerra Fría, fue obligado a renunciar ante las enormes protestas callejeras en el momento más álgido de la crisis financiera asiática de 1997-1998.

Su partida dejó libre el camino para la llegada de la democracia a Indonesia, pero el cambio ha sido doloroso y muchos de los pobres en esta nación islámica de 235 millones de habitantes añoran la estabilidad económica de su régimen, cuando el combustible y el arroz tenían precios accesibles.

Suharto se retiró en gran medida de la vida pública, pero en noviembre hizo declaraciones en una entrevista, algo poco usual en él, tras haber ganado una demanda por difamación contra la revista Time, la cual había acusado a su familia de amasar una fortuna de 15.000 millones de dólares con fondos robados al estado.

Su victoria en la Corte Suprema, que le ordenó a Time pagar 106 millones de dólares en daños, una cantidad sin precedentes en este tipo de juicios, fue vista por algunos como un indicio de que el ex dictador seguía influyendo tras bambalinas en el gobierno. Suharto le dijo a la revista Gatra que donaría a los necesitados la mayor parte de cualquier ganancia legal, y rechazó las acusaciones de corrupción como “palabras huecas”.

Aunque su régimen se vio marcado por la corrupción y las violaciones de los derechos humanos, muchos indonesios recuerdan enormes avances en alfabetización, servicios de salud y esperanza de vida. Hasta la caída de su gobierno, la economía indonesia fue la envidia de muchas naciones en desarrollo, jactándose de tres décadas de expansión.

Según los historiadores, unos 800.000 presuntos simpatizantes comunistas perecieron durante el ascenso de Suharto al poder, entre 1965 y 1968.

Durante su apogeo como general de cinco estrellas en el ejército, Suharto gobernó con un dominio totalitario en el que colocó soldados en cada poblado, inculcándole a la población un profundo temor a la autoridad. Después de la purga de la década de 1960, alrededor de 300.000 personas fallecieron en operaciones militares contra separatistas en las distantes regiones de Timor Oriental y Papua, ambas partidarias de la independencia.

“Cuando Indonesia finalmente mire su pasado y reorganice su historia, (su pueblo) se percatará de que Suharto es responsable de algunos de los peores crímenes contra la humanidad cometidos en el siglo XX”, dijo Jeffrey Winters, profesor adjunto de economía política en la Universidad Northwestern y crítico de Suharto desde hace tiempo.

Suharto despilfarró los vastos recursos naturales de petróleo, madera y oro de Indonesia, canalizando la riqueza de la nación para beneficiar a sus cómplices y a su familia como un padrino de la mafia, dijo Winters. De hecho, el resultado fue “robarle a Indonesia de algunas de sus décadas más doradas, y su mejor oportunidad para pasar de un país pobre a uno de clase media”.

Según el organismo Transparencia Internacional, Suharto y su familia acumularon miles de millones de dólares en fondos robados al estado. La familia lucha contra esas acusaciones en los tribunales.

Haji Mohammad Suharto nació en el poblado de Godean en 1921 en el seno de una familia de agricultores de arroz en la provincia de Java Central.

Su esposa durante 49 años, Siti Hartinah, falleció en 1996. La pareja tuvo tres hijos y tres hijas.
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