WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, rechazó una petición efectuada el año pasado por Israel, que quería ayuda para bombardear el principal complejo nuclear iraní, y optó mejor por autorizar un nuevo plan encubierto encaminado a sabotear el presunto programa de armas nucleares de Teherán, informó este sábado el diario The New York Times.
Israel habría pedido bombas especializadas para destruir complejos tipo bunker a fin de usarlas en un ataque que tentativamente habría involucrado sobrevolar sobre Irak para alcanzar el principal complejo nuclear iraní en Natanz, donde se ubica el único sitio conocido de enriquecimiento de uranio, informó el diario en su portal de internet.
La Casa Blanca rechazó los pedidos de bombas y de sobrevuelos aunque indicó que mejoraría las labores de compartir información de inteligencia con Israel sobre esfuerzos encubiertos estadounidenses para sabotear el programa nuclear iraní.
Los esfuerzos encubiertos, que comenzaron a principios del 2008, involucraban planes para penetrar a la cadena de distribución de suministros nucleares para Irán en el exterior, así como socavar los sistemas eléctricos y otras redes en las que se apoya Teherán, indicó el Times.
El diario citó entrevistas con funcionarios actuales y pasados del gobierno estadounidense, así como expertos externos e inspectores internacionales nucleares, que hablaron bajo condición de permanecer anónimos.
Ese programa encubierto será entregado al presidente electo Barack Obama, quien decidirá si se debe continuar o no.De acuerdo con el Times, Bush rechazó lanzar un ataque abierto basado en la información de funcionarios de alto nivel de su gobierno, como el ministro de Defensa Robert Gates, quien consideró que hacerlo sería poco efectivo y podría provocar una ampliación de la guerra en el Medio Oriente.
Israel hizo esfuerzos para recibir permiso de sobrevolar por territorio iraquí para lanzar un ataque aéreo contra Irán luego que se enfureciera por el análisis de inteligencia estadounidense a finales del 2007, en el sentido de que Teherán había suspendido efectivamente el desarrollo de armas nucleares cuatro años antes.
Israel buscó refutar el informe, ofreciendo pruebas a funcionarios de inteligencia estadounidenses en los que aseguraban que los iraníes aún estaban trabajando en el desarrollo de armamento nuclear.