WASHINGTON.- La Casa Blanca recibió hoy al nuevo presidente de Estados Unidos y a su familia, luego de que 93 personas se encargaron, como por arte de magia, de preparar el lugar para la llegada de sus nuevos moradores. Las últimas huellas de los ocho años de permanencia de los Bush desaparecieron por completo, mientras ellos viajaban a Texas.
Y así todo quedó listo: las camas recién hechas, las fotografías predilectas del 44to. presidente de Estados Unidos y de la nueva primera dama, los retratos de las niñas esparcidos por todas partes, sus juguetes, sus mascotas, los recuerdos de dos años de campaña electoral y los libros.
Las cajas con los objetos personales de los Obama llegadas de Chicago fueron vaciadas, la ropa de la nueva "primera familia" está en su lugar y los papeles ordenados.
En la Casa Blanca llaman a esta ceremonia "la mudanza del milagro".Cada cuatro años (ocho si el presidente en el cargo es reelecto) las 93 "hadas" de la Casa Blanca, como se las llama, realizan una transformación magistral de la residencia en apenas unas pocas horas.
Desde las 10.30 de la mañana, cuando la familia saliente deja la residencia, decenas de manos expertas se ponen a trabajar para crear un sentido de hogar, intimidad y calor para los recién llegados.
"Es un gran caos bien orquestado -explica Ann Stock, ex colaboradora de los Clinton-, en que cada uno tiene una tarea precisa. Todos los efectos personales del nuevo presidente y de su familia son colocados en su lugar a tiempo para el retorno de la parada presidencial". En aquel momento, los nuevos ocupantes entran oficialmente en la Casa Blanca a tiempo para ponerse la ropa de noche y volver a partir para la larga serie de bailes inaugurales.
Y no hay espacio ni siquiera para un mínimo error: con espanto son recordados aún los 15 minutos de pánico de la primera inauguración de Bill Clinton, a principios de 1993, cuando el traje de noche de Hillary, su mujer, desapareció por un cuarto de hora.
Después se supo que la suegra del presidente, Dorothy Rodham, se lo había llevado sin hacerlo saber a nadie.
Esta vez todo es perfecto o casi: fiel a su fama de mujer eficiente y precisa, Laura Bush organizó la mudanza algunas semanas antes. Y los Obama llevaron poco: sólo ropa, efectos personales como fotos y juguetes para las niñas.