CIUDAD DEL VATICANO. - El papa Benedicto XVI recordó hoy 80 años del nacimiento del Estado de la Ciudad del Vaticano con la firma de los Pactos de Letrán, es decir el Concordato entre la Iglesia católica y la Santa Sede, suscriptos por Benito Mussolini y el papa Pío XI.
El pontífice observó que el Estado del Vaticano, es una "realidad pacíficamente adquirida, si bien no siempre bien comprendida en sus razones de ser y en sus múltiples tareas a los cuales es convocado".
El Papa habló durante una audiencia concedida a los participantes del simposio de estudios sobre los Pactos de Letrán y el 80 aniversario de la fundación de la Civitas Vaticana.
"La Civitas Vaticana -explicó Joseph Ratzinger- es en verdad un punto casi invisible en los mapas de la geografía mundial, un Estado diminuto e inerme, carente de ejércitos temibles, aparentemente irrelevante en las grandes estrategias geopolíticas internacionales".
Sin embargo, subrayó el Papa, "este sitio visible de la absoluta independencia del Vaticano fue y es centro de irradiación de una constante acción en favor de la solidaridad y del bien común".
"Desde su corazón, donde se encuentra la tumba de San Pedro, vive el Papa, se levante un incesante mensaje de verdadero progreso social, de esperanza, de reconciliación y de paz", subrayó Benedicto XVI, casi en respuesta a los que atribuyen a veces a la Santa Sede una actitud de injerencia en los asuntos políticos de otros estados.
Sin embargo, el pontífice no mencionó en ningún momento la palabra Italia.Fuentes vaticanas explicaron que no es esa la sede para hablar del papel de Italia -de entonces y de hoy- ya que el simposio estaba dedicado a la fundación de la Civitas Vaticana, "un pequeño territorio para una gran misión".
"Cuando se vuelve con la memoria al 11 de febrero de 1929, no se puede dejar de pensar con profundo reconocimiento al que fue de los Pactos de Letrán el primer y principal artífice y protagonista, mi venerado predecesor Pío XI", dijo Ratzinger en la audiencia a los estudiosos.
La anexión al Reino de Italia de los territorios pertenecientes al Estado Pontificio, que culminó con la toma de Roma, había abierto un largo período de desidia entre el papado y el gobierno italiano. Pío XI "fue con lúcida providencia e indómita voluntad, es el verdadero fundador y el primer constructor del Estado de la Ciudad del Vaticano".
Destacó admiración "frente a la obra inteligente y fuerte de este pontífice, que para la Iglesia quiso sólo la libertad, que le permitió desarrollar integralmente su misión", prosiguió.
Desde la toma de Roma entre la Iglesia y el Estado se abrió un largo período de fuertes tensiones que incluyó ampliamente en la vida política del Reino de Italia, creando una difícil situación nacional e internacional.
Los Pactos de Letrán, firmados por Mussolini el 11 de febrero de 1929, consisten en dos protocolos: un tratado con una convención financiera y un concordato anexos.
Fueron ratificados en mayo de 1929, tras una momento de tensión entre las partes, debida en particular a la divergente interpretación de Mussolini y de Pío Xi sobre el alcance de las normas del Concordato.
La conciliación entre Iglesia y Estado fue confirmada por la Constitución republicana de 1947, que en su artículo VII declara: "El estado y la Iglesia católica son, cada uno en el propio orden, independientes y soberanos. Sus relaciones son reguladas por los pactos de Letrán".