DHARAMSALA.- El Dalai Lama acusó el martes a China de haber convertido Tíbet en un "infierno" y de haber matado a "cientos de miles de tibetanos", con ocasión del 50º de aniversario de la insurreción que llevó al líder espiritual a exiliarse y a Pekín a reforzar la seguridad.
Desde su exilio en Dharamsala, en el norte de India, el Dalai Lama volvió a reiterar su reivindicación de una "autonomía significativa" para su país natal.
"Estos últimos 50 años han sido de sufrimiento y destrucciones para el territorio y el pueblo del Tíbet", dijo el Premio Nobel de la Paz 1989 en un discurso pronunciado en un templo del Himalaya indio.
"Una vez ocupado Tíbet, el gobierno comunista chino ha realizado allí toda una serie de campañas de violencias y represión (...) Los tibetanos han vivido literalmente un infierno en la Tierra", acusó el líder del budismo tibetano.
"Consecuencia inmediata de estas campañas: la muerte de cientos de miles de tibetanos", fustigó.
Pekín reaccionó acusando al Dalai Lama de "propagar rumores", al tiempo que afirmaba no querer responder a las "mentiras" del líder espiritual del budismo tibetano.
"La camarilla del Dalai Lama no distingue lo verdadero de lo falso. Propaga rumores", declaró un portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Ma Zhaoxu.
"Las reformas democráticas en el Tíbet son las más amplias y las más profundas de su historia", afirmó el portavoz.
Ma Zhaoxu aprovechó la ocasión para pedir al Congreso estadounidense que rechace un proyecto de resolución de apoyo al Tíbet.
Para evitar las protestas con ocasión del 50º aniversario de la reprimida sublevación de los tibetanos contra Pekín y del primer aniversario de los disturbios de marzo de 2008 (21 muertos según Pekín, 203 según el exilio tibetano), China desplegó importantes fuerzas de seguridad en la meseta tibetana.
La policía china expulsó el martes a tres periodistas de la AFP de una zona tibetana del oeste de China, donde visitaban un monasterio. La policía precisó a los periodistas de la AFP que otras ciudades de la región estaban cerradas a los extranjeros.
Tras la invasión y la ocupación de Tíbet por China en 1950-1951, el 14º Dalai Lama huyó el 17 de marzo de 1959 y cruzó la frontera india el 30 de ese mismo mes, cerca de tres semanas después del inicio de una rebelión contra el régimen chino en Lhasa violentamente reprimida.
Incluso "hoy en día, los tibetanos de Tíbet viven permanente atemorizados: su religión, cultura, lengua e indentidad está amenazadas de desaparición. Los tibetanos son considerados como criminales que sólo merecen la muerte", subrayó el Dalai Lama.
Sin embargo, el líder espiritual tibetano -político pragmático y gran diplomático- siempre ha defendido una estrategia de no violencia y conciliadora hacia China y renunció hace mucho tiempo a la independencia a favor de una diplomacia denominada de "la vía intermedia" que defiende una simple "autonomía cultural".
"Nosotros, los tibetanos, estamos buscando una autonomía legítima y significativa que nos permitiría vivir en el marco de la República Popular de China", afirmó el Dalai Lama, de 73 años.
"No me cabe ninguna duda: la justicia prevalecerá en la causa tibetana", afirmó, llamando de nuevo de cierta ambivalencia a los tibetanos, a los que pidió "esperar todo lo mejor y prepararse para lo peor".
En noviembre pasado, el líder budista había "reconocido el fracaso" en su combate por una autonomía "significativa" de Tíbet, tras ocho años de negociaciones infructuosas con Pekín.
Los grupos tibetanos en el exilio en todo el mundo convocaron para el martes manifestaciones con motivo del 50º aniversario de la rebelión.
Manifestantes protibetanos y policía se enfrentaron en la capital australiana, Canberra, cuando una decena de personas intentó forzar un cordón de seguridad ante la embajada de China.