Durante 24 años Josef Fritzl abusó de su hija, con quien tuvo siete hijos-nietos.
EFEVIENA.- El denominado "juicio del siglo" contra el austriaco Josef Fritzl (73), que secuestró y violó durante 24 años a su propia hija, con quien además tuvo siete hijos, comienza mañana ante un jurado popular en Sankt-Polten, 60 km al oeste de Viena.
Durante los cinco días de audiencia, el acusado deberá presentarse ante el tribunal donde se llevará a cabo el juicio a puertas cerradas.
La declaración de la principal víctima, su hija Elisabeth Fritzl (42), se emitirá por medio de un video, y será analizada por los tres magistrados y ocho jurados, que participarán en el juicio, cuyo veredicto se espera para el 20 de marzo.
Josef Fritzl está acusado de homicidio, por haberse negado a que uno de sus hijos, fuera hospitalizado cuando se encontraba en peligro de muerte.
Al día siguiente de su detención, el 26 de abril de 2008, Fritzl confesó haber incinerado el cadáver del bebé en una caldera de la casa. Por este cargo arriesga entre diez años de reclusión y cadena perpetua.
Además, deberá responder sobre los cargos de esclavitud, violación, secuestro, amenazas con agravante e incesto. Sin embrago, el código penal austriaco no contempla la acumulación de penas y sólo aplica la más dura.
La Fiscalía ha reclamado también la internación de Fritzl en un centro psiquiátrico, aunque todos los exámenes médicos han concluido que el acusado era responsable de sus actos, al momento de cometerlos.
La macabra historia del sótano
La investigación a Josef Fritzl puso al descubierto 24 años de doble vida a escondidas de todos sus allegados, en particular de su esposa, quien hacía una vida normal en el piso situado encima del calabozo habilitado en el sótano sin ventana ni ventilación, con un acceso estrictamente prohibido por Fritzl y protegido con puertas blindadas y cerrojos electrónicos.
El sujeto que se presentaba como un vecino amable y servicial tuvo siete hijos con su esposa y otros siete con su hija Elisabeth, secuestrada cuando tenía apenas 18 años.
Tres de los bebés nacidos en el calabozo fueron dejados aparentemente en la puerta de los Fritzl con sendos "mensajes escritos" por Elisabeth quien explicaban en las cartas que no se podía ocupar de su educación.
Fritzl "amaba a su hija a su manera", explicó su abogado, Rudolf Mayer, a la agencia austriaca APA. Alimentaba y vestía a su segunda familia, le enseñó a leer y a escribir a los niños, les daba regalos de Navidad y cumpleaños, pero también los amenazaba con que morirían si intentaban huir.