CIUDAD DEL VATICANO.- El Vaticano expresó hoy su malestar por el arresto del obispo de Zhengding (China), Julio Jia Zhiguo, y afirmó que hechos de ese tipo "obstaculizan el clima de diálogo" con las autoridades chinas, que "auspicia vivamente" Benedicto XVI.
Así se señala en un comunicado de la Santa Sede hecho público hoy, en el que se informa de la reunión celebra del 30 de marzo al 1 de abril por la Comisión que Benedicto XVI creó en 2007 para estudiar los problemas de la Iglesia Católica en China.
Jia Zhiguo fue secuestrado el pasado 30 de marzo por cinco policías que se presentaron en su domicilio y llevado a un lugar desconocido, según informó la agencia vaticana Asia News, del Instituto Pontificio para las Misiones.
El prelado, de 71 años, no es la primera vez que es detenido. Jia Zhiguo dirige una de las zonas con más presencia de católicos chinos.
El Vaticano señaló hoy que, "por desgracia, no se trata de un caso aislado" y otros eclesiásticos chinos también están privados de libertad "o son sometidos a presiones y limitaciones en su actividad pastoral".
Los participantes en la reunión, precisó el Vaticano, expresaron su solidaridad al prelado.
La reunión concluyó con un encuentro con el Papa, quien subrayó la importancia de ayudar a los católicos en China.
En China existen entre 8 y 12 millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos entre los pertenecientes a la Iglesia oficial -controlada por el gobierno comunista y conocida como Patriótica- y la clandestina, en comunión con Roma y perseguida por el gobierno de Beijing.
Uno de los puntos que enfrenta al Vaticano con Beijing es el nombramiento de los obispos, pues Roma reclama que sólo pueden ser designados por el Papa, mientras que la "Iglesia Patriótica" ha ordenado obispos sin el visto bueno de la Santa Sede.
El Vaticano y China no mantienen relaciones diplomáticas desde 1951, después de que Pío XII excomulgara a dos obispos designados por el gobierno chino, que a su vez expulsó al nuncio apostólico, que se estableció en la isla de Taiwán.
Para reanudar las relaciones diplomáticas, China exige que el Vaticano rompa previamente con Taiwán y no "interfiera" en los asuntos internos chinos.
A mediados de 2007, Benedicto XVI envió una carta a los católicos chinos en la que expresaba su deseo de restablecer las relaciones diplomáticas con China, lo que supondría, según el Vaticano, trasladar la Nunciatura de Taipei a Beijing.