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Santiago: Miércoles 29 de enero del 2025 | Actualizado 20:46
CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Benedicto XVI, en un tripudio de ramos, palmas y cantos solemnes, atravesó hoy en procesión plaza San Pedro repleta de fieles, oficiando la misa que abrió la semana de Pascua.
Un sugestivo escenario fue creado frente a la basílica vaticana en la explanada del altar, constituido por un pequeño oasis de verde, con olivos, duraznos en flor, hortesias, orquídeas y otras flores.
El domingo de Ramos coincide también con la Jornada Mundial de la Juventud celebrada a nivel diocesano.
Hoy antes de la misa en San Pedro, una delegación de jóvenes católicos procedentes de Sydney (donde en julio pasado tuvo lugar el último encuentro a nivel internacional) entregaron a los españoles la cruz, símbolo de la Jornada de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en el verano boreal de 2011.
En su homilía subrayó que no existe "una vida lograda sin sacrificio. Si lanzo una mirada retrospectiva sobre mi vida personal, tengo que decir que los momentos en los cuales dije sí a una renuncia, fueron los momentos grandes e importantes de mi vida".
Joseph Ratzinger destacó que la universalidad de la Iglesia, su "catolicidad, deriva también de la renuncia a plantear como absolutos a uno mismo. Esto exige, observó, que todos nos recibamos recíprocamente, renunciando a algo de nuestro".
Benedicto XVI, comentando luego la vigilia de Cristo en el Huerto de los Olivos, recordó como Jesús mismo se sintiese empujado a pedir que le fuese evitado "el terror de la Pasión".
"También nosotros, agregó, podemos orar de este modo. También podemos lamentarnos ante el Señor, presentarle nuestros pedidos que frente a la injusticia en el mundo y a las dificultades de nuestro mismo yo, emergen en nosotros".
"Frente a él, concluyó, no debemos refugiarnos en frases pías, en un mundo ficticio. Orar significa siempre también luchar con Dios y como Jacobo podemos decirle: no te dejaré si no me habrás bendecido".
