KOHAT.- Un atacante suicida en auto bomba asaltó hoy a un convoy militar en Pakistán, dejando al menos 20 muertos, dijo la policía.
La violencia causada por militantes e insurgentes talibanes está aumentando los temores sobre los prospectos de Pakistán, un país con arsenal nuclear y vital aliado de Estados Unidos en sus esfuerzos por estabilizar Afganistán.
"El convoy estaba llevando a una camioneta cuando él se dirigió hacia la caravana mientras pasaba por un puesto de seguridad", dijo el alto funcionario policial Fareed Khan de la localidad de Kohat, al noroeste del país.
"Hasta el momento puedo decir que murieron al menos 20 personas, incluyendo policías y soldados", afirmó.
Alrededor de ocho vehículos del convoy fueron destruidos en el ataque cerca de Kohat, 190 kilómetros al oeste de Islamabad, dijo el oficial. Quince policías y soldados resultaron heridos.
Ayer, el Presidente Asif Ali Zardari afirmó a sus aliados y países donantes que intensificará la lucha contra los militantes, indicando que una derrota para Pakistán sería también una derrota para el mundo.
Países donantes, incluyendo Estados Unidos, Japón, la Unión Europea, Arabia Saudita e Irán, se comprometieron a entregar más de 5.000 millones de dólares en nuevos fondos durante dos años en la conferencia en Tokio.
Los compromisos, más de los 4.000 millones de dólares que se esperaban, reflejaron la preocupación de que una crisis económica en Pakistán, que tuvo una ayuda de 7.600 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), pueda beneficiar a Al Qaeda y otros grupos militantes.
El Gobierno ha luchado por mantener una estrategia efectiva que contenga a la militancia, alternando en diferentes zonas ofensivas militares y acuerdos de paz. Pero los militantes sólo han ganado mayor fuerza.
Zardari, bajo presión de los conservadores, firmó el lunes una regulación que impone la ley islámica o sharia en el valle de Swat, a fin de terminar con la violencia causada por talibanes en el sector.
La estrategia ha alarmado a funcionarios estadounidenses, mientras críticos sostienen que el gobierno pakistaní ha mostrado falta de capacidad y voluntad para luchar contra los insurgentes talibanes y Al Qaeda.