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La parodia "Gran Cuñado" desnuda el poder de la TV en los comicios

El programa parodia a "Gran Hermano" reuniendo a imitadores de los principales personajes de la política argentina, incluida la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, bajo un mismo techo y dándole el poder a los televidentes para ir echándolos semana a semana con su llamado telefónico.

25 de Junio de 2009 | 09:40 | DPA
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La popular parodia le ha dado dividendos a los políticos imitados.

LUN

BUENOS AIRES.- "¿Qué te pasa ’Clarín’? "Estás nervioso?". Quien vocifera no es el imitador del ex presidente argentino Néstor Kirchner que popularizó el latiguillo en "Gran Cuñado", la parodia televisiva de "Gran Hermano", sino el propio político, a pedido de la gente que se acerca a saludarlo en un barrio pobre del Gran Buenos Aires.

La frase que en algún acto exclamó contrariado en contra del diario de mayor circulación del país ahora cobró vida propia y se transformó, gracias a la sátira televisiva, en su tarjeta de presentación popular. También le piden que haga la "escalerita" que ideó su imitador Fredy Villarreal, el gesto de un mimo descendiendo por escalones imaginarios, y Kirchner sonríe.

El programa parodia a "Gran Hermano" reuniendo a imitadores de los principales personajes de la política argentina, incluida la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, bajo un mismo techo y dándole el poder a los televidentes para ir echándolos semana a semana con su llamado telefónico.

Lo que en un principio enojaba al considerado "hombre fuerte" del gobierno argentino, esposo de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, hoy parece agradarle, porque le permitió una llegada masiva a gran parte de la población ajena a la campaña política de cara a las elecciones legislativas del próximo domingo en Argentina.

Primero tímidamente, luego de forma masiva, los candidatos desfilaron uno a uno por el plató de "Gran Cuñado", animado por Marcelo Tinelli, que les garantizó una pantalla "caliente" y muchos minutos en las repeticiones que realizaron noticieros y programas del espectáculo de cada aparición.

En el estudio de televisión, el postulante opositor Francisco De Narváez rompió el hielo bailando un reggaetón, el jefe de Gabinete y candidato a diputado oficialista Sergio Massa se permitió hacer bromas, y el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri se calzó la capa roja para cantar como Freddy Mercury.

Y el resultado fue casi inmediato. Según allegados a De Narváez, su aparición en el programa le valieron dos puntos más de intención de voto cuando le disputa palmo a palmo el triunfo a Kirchner en la provincia de Buenos Aires. El empresario lo sabe y ahora comienza sus discursos proselitistas al grito de "votame", para recibir por respuesta un masivo: "Votate", parafraseando a su imitador.

La propia Presidenta se tienta con exagerar algunos tics que reveló su doble, como los gestos con las manos, cómo se arregla el cabello y otros latiguillos que suele repetir.
Según la consultora Ibarómetro, "Gran Cuñado" influirá en el voto del 15 por ciento de los porteños, un porcentaje nada desdeñable cuando se estima que el 20 por ciento de los votantes no había decidido, a pocos días de los comicios, a quién llevar al Congreso.

Pero así como beneficia a algunos, la parodia exagerada perjudica a otros, como el vicepresidente Julio Cobos, cuya imagen en su provincia natal, Mendoza, cayó varios puntos a causa de la caricaturización dubitativa de su personaje.

La analista política Graciela Rmer sostiene que el programa es una "banalización de la política" y tiene un "efecto residual en el voto", aunque admite que "produce un mayor nivel de empatía" con el candidato. "Psicoanalíticamente, lo que me permite este tipo de programas es reírme de aquellos que todo el tiempo se ríen de mí".

"Yo hago un programa de humor. No me planteo ayudar ni perjudicar, sino hacer reír", se defiende Tinelli en una entrevista que dio al diario español "El País". "Dicen que no respeto la investidura presidencial. Claro que respeto a la presidenta, y me río con su doble", asegura.

"La pregunta que tendríamos que hacernos -advierte el analista político Jorge Giacobbe- es por qué el grotesco de los políticos tiene 30 puntos de rating y un programa serio de los políticos tiene 0,4 puntos de rating. ¨A qué tipo de relación hemos llegado los argentinos con los políticos, por qué nos interesa más su absurdo que su costado político?".

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