LONDRES.- La banca británica continúa vulnerable a los vaivenes de la economía y los efectos derivados de la recesión pueden aún causar estragos en las cuentas de resultados de las entidades, alertó hoy el Banco de Inglaterra en su Informe de Estabilidad Financiera.
A pesar de las señales de optimismo mostradas en el último mes por políticos y empresarios, el banco emisor británico considera que la banca del Reino Unido sigue “en peligro” y advierte de que podría anotarse pérdidas a medida que sus activos se deprecian, en especial su cartera hipotecaria.
"Mientras las cuentas de resultados sigan débiles, el riesgo para el sector bancario persistirá, lo que afectará a la concesión de préstamos y, por ende, a la recuperación económica del país", explica el Banco de Inglaterra.
Según los datos del supervisor, uno de los grandes problemas de la banca británica es “su creciente déficit de financiación", ya que la diferencia entre los créditos concedidos y los depósitos con que cuentan las entidades asciende a 800.000 millones de libras (937.000 millones de euros).
Para hacer frente a estas necesidades de liquidez, las entidades han recurrido a la emisión de deuda, que ha sido suscrita por el Estado a través del programa especial para la compra de activos por un importe de 250.000 millones de libras (293.000 millones de euros), puesto en marcha por el Banco de Inglaterra.
Sin embargo, los 550.000 millones de libras restantes deberá aportarlas el sector privado.
A juicio del banco emisor, algunas entidades tendrán problemas para conseguir la liquidez necesaria a medida que los paquetes de ayuda estatales desaparezcan en los próximos años.
En cualquier caso, el Informe de Estabilidad Financiera calcula que la exposición del Reino Unido en el sector asciende a 1,26 billones de libras (1,47 billones de euros), equivalente al 88 por ciento de su PIB anual, tras la intervención para ayudar a las entidades en apuros.
El informe asegura que, a pesar de que la crisis no ha tocado fondo todavía, sí se observa una leve mejoría, ya que las pérdidas totales derivadas de la crisis se sitúan en estos momentos en 15 billones de libras (17,5 billones de euros), una cifra inferior a los 25 billones de libras (29,3 billones de euros) estimados en marzo.
Una vez hecho balance de las consecuencias de la crisis, el Banco de Inglaterra cree llegado el momento de reflexionar sobre cómo prevenir futuros colapsos.
En este sentido, el informe reclama el endurecimiento de la actual regulación de la actividad financiera.
Entre las medidas propuestas destacan la necesidad de poner límites al tamaño de las entidades, obligarlas a aumentar sus reservas de capital en tiempos de bonanza para hacer frente a las dificultades, así como aumentar las exigencias de información al mercado bajo amenaza de clausura de aquellas entidades que no cumplan.
Por último, apuesta también porque se sienten claramente las bases de los eventuales rescates estatales, para evitar de este modo que las entidades asuman excesivos riesgos bajo la creencia de que el Estado siempre estará allí para ayudarlas.