Cada horma está avaluada en unos 300 euros.
AP.ROMA.- No todo lo que brilla en la bóveda climatizada del banco Crédito Emiliano es oro. También brilla el apreciado queso parmesano en proceso de añejamiento.
Interminables hileras de hormas doradas de 39 kilos, apiladas hasta 10 metros de altura en una bóveda de seguridad, se añejan durante dos años al cuidado de empleados bancarios capacitados en el venerable arte de la fabricación del queso de Parma.
Los productores de parmesano obtienen crédito para su negocio, usando el producto como garantía mientras lo someten al prolongado proceso de añejamiento. Si bien este mecanismo no nació en la crisis actual, sino que se remonta a la inmediata postguerra, los productores dicen que es más importante que nunca, ya que mantiene el crédito en marcha durante tiempos en que escasean los fondos.
"En tiempos de crisis, el sistema ayuda a los queseros", dijo Iginio Morini, vocero del Consorcio del Queso Parmigiano-Reggiano Cheese Consortium, el cual agrupa a los más de 400 productores que son los únicos autorizados a comercializar su producto bajo el nombre "Parmigiano-Reggiano".
El quesero entrega, por ejemplo, el 25% de su producción a un depósito bancario y recibe un certificado que el banco acepta como garantía de un préstamo. En muchos casos, el quesero vende el título a un distribuidor mientras el queso se añeja. El típico productor de Parmesano que fabrica 7.000 hormas por año deja unas 2.000 en garantía.
De acuerdo con el cálculo de Morini, cada horma vale unos 300 euros (425 dólares), de modo que el valor de la garantía es de unos 600.000 euros. El banco otorga un crédito de entre el 60% y 70% de ese valor, o sea unos 420.000 euros.
Ese negocio constituye apenas el 1% del ingreso anual del banco, pero es crucial para su imagen en la región, donde la agricultura es uno de los sectores clave de la economía, dijo William Bizzarri, director de la subsidiaria del Credito Emiliano a cargo de los depósitos queseros.