BUENOS AIRES.- "Seguridad, seguridad", fue el grito reiterado al ritmo de cacerolas y palmas con el que los habitantes de Wilde, un suburbio al sur de la ciudad de Buenos Aires, reclamaron durante cuatro noches consecutivas mayor protección tras el asesinato de una mujer para robarle el auto.
En vez de recluirse en sus hogares ante la ola de inseguridad, la gente prefirió salir a las calles a pedir respuestas ante el creciente nivel de violencia en las calles.
En cuestión de días, un policía de un grupo de elite fue asesinado de un disparo en la cara durante el allanamiento de una vivienda en busca de un prófugo. Un empresario que estaba siendo víctima de un asalto le quitó el arma al ladrón y "en un momento de locura" lo mató.
Una familia se encuentra desde hace una semana desaparecida y sus familiares entraron en desesperación. El conocido ex futbolista Fernando Cáceres está hospitalizado en grave estado por un balazo que recibió en la cabeza cuando lo interceptaron para robarle el auto.
La lista podría seguir con un brutal doble crimen que se sospecha sería una venganza porque una de las víctimas dio datos que llevaron a la detención de un joven acusado de robo, y el secuestro y asesinato este viernes de un empresario de la construcción paraguayo.
La tasa de delitos y homicidios en Argentina es claramente menor que las que se registran en países de Centroamérica, pero la "sensación de inseguridad" crece entre la población y no sólo en las grandes metrópolis.
Un ejemplo es Tandil, una tranquila ciudad bonaerense y codiciado destino turístico de quienes buscan paz en sus sierras. Sin embargo, tiene armado su propio mapa del delito, con decenas de atracos, y también fue escenario de protestas populares.
De forma paralela, continúa en todo el país la expansión de negocios ilegales, como por ejemplo la venta de autopartes provenientes de autos robados.
El director de pastoral universitaria de la Arquidiócesis de Buenos Aires, Guillermo Marcó, y el rabino Sergio Bergman convocaron para el próximo lunes la realización de "un minuto de silencio por las víctimas de la violencia y del hambre", en el marco de una convocatoria "cívica y nacional".
"O me hago eco del clamor popular por más seguridad o esto no se va a revertir", reconoció el gobernador de Buenos Aires, el kirchnerista Daniel Scioli.
"No quiero entrar en esa simplicidad del debate si mano dura o mano blanda. Aquí es firmeza frente al delito, rigor, buscar los mecanismos constitucionales dentro del Estado de Derecho para que el delincuente tenga claro que no va entrar por una puerta y va a salir por la otra", señaló.
Scioli se refiere así al debate que crece sobre cómo combatir la inseguridad, mediante una reducción de la edad de imputabilidad de los menores, o leyes más duras, o una mayor lucha contra el narcotráfico y el consumo de drogas, o con mayor despliegue de fuerzas de seguridad en las calles.
La desconfianza en la fuerza policial por sus altos niveles de corrupción en algunos distritos llevó a la gente a reclamar la presencia de la Gendarmería nacional (policía de frontera) o incluso de personal de Prefectura Naval.
Mientras tanto, la creación de la Policía Metropolitana en la ciudad de Buenos Aires -el único distrito argentino sin fuerza propia- se vio acompañada desde el inicio por la polémica.
Primero, por la elección como jefe de Jorge Palacios, un ex comisario acusado de entorpecer la investigación del atentado en 1994 a la mutual judía AMIA. Luego, por la supuesta agencia de inteligencia paralela que habrían creado Palacios y su sucesor para espiar a empresarios, funcionarios y opositores desde la capital.
Las protestas por la inseguridad partieron incluso de grandes figuras de la televisión argentina, los animadores Marcelo Tinelli, Susana Giménez y Mirtha Legrand, que en sus respectivos programas cuestionaron la ola de asaltos y asesinatos.
La primera respuesta provino del dirigente "piquetero" kirchnerista Luis D'Elía, quien los acusó de apoyar "a la cavernícola derecha argentina" y querer el regreso de los militares al poder.
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tomó distancia de sus polémicas declaraciones. Pero la presidenta alertó este viernes que "no hay ninguna sociedad que pueda tener buenos resultados si realmente quienes deben informar de todo están todo el tiempo incentivando que la gente se sienta mal, esté mal y viva mal".