JERUSALÉN.- Miles de personas se manifestaron hoy en Tel Aviv para protestar la decisión del Parlamento israelí de investigar a decenas de organizaciones de izquierda y ONG locales por supuesta traición al estado judío.
Los manifestantes, en su mayoría activistas de izquierda y miembros de ONG que suelen denunciar las actividades del Ejército israelí en los territorios palestinos ocupados, marcharon desde la céntrica Plaza Meir hasta la explanada del Museo de Arte de Tel Aviv, donde se celebró un acto con líderes políticos de la oposición.
Según la policía, en la concentración participaron unas 10.000 personas y 15.000 según los organizadores. Tres de ellos fueron arrestados por bloquear el paso a una patrulla de la Policía y tenencia de arma blanca.
La convocatoria se celebró bajo el eslogan de “Manifestación por la democracia (mientras aún sea posible)”, y con ella los organizadores intentan neutralizar una reciente iniciativa parlamentaria de la extrema derecha para que se investiguen los recursos financieros de estas organizaciones.
Diversos informes apuntan a que algunos de estos grupos reciben donaciones de fundaciones palestinas y árabes, lo que el partido ultraderechista Israel Betenu, del ministro israelí de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman, considera un acto de traición.
El proyecto de ley pasó en primera lectura la semana pasada y será estudiado por la Comisión de Asuntos Parlamentarios para que defina los poderes y los miembros que tendrá la comisión investigadora.
En la concentración de hoy participan diputados de los partidos de centro-derecha Kadima, y de izquierda Meretz y Hadash, así como dirigentes del movimiento Paz Ahora y grupos de derechos humanos afectados. "Si esta legislación pasa será como quitar uno de los pilares fundamentales de la democracia”, dijo el diputado de Kadima Meir Shitrit, que se sintió avergonzado de que haya diputados del partido Likud que apoyen el proyecto.
Algunos de estos grupos, como “Breaking the Silence” o "Betselem,” han recibido o reciben fondos de la Cooperación española, lo que también indigna a Lieberman por considerarlo una intromisión de un gobierno extranjero en los asuntos internos de Israel.