BRISBANE.- Serpientes refugiadas en escombros flotantes, canguros que chapotean en aguas fangosas, incluso un tiburón arrastrado por las riadas en las calles de Brisbane: la rica fauna australiana también ha padecido las inundaciones que golpearon el noreste.
Según las asociaciones protectoras de animales, las lluvias que afectaron a una región tan grande como Francia y Alemania juntas y dejaron al menos 17 muertos en Queensland, destruyeron en parte el hábitat de los animales salvajes, que en buen número han muerto o se encuentran muy debilitados.
Las inundaciones, que afectan ahora al sur del país, arrastraron los árboles donde viven los koalas, los lagartos, las ranas, y van a tener un impacto profundo en la fauna, según la Asociación Australiana de Veterinarios.
"La primera constatación es que han muerto muchos animales", declara Robert Johnson, experto en fauna salvaje.
Pero el problema a largo plazo es que los que han sobrevivido están débiles y privados de alimento porque su hábitat ha desaparecido en parte.
Numerosos marsupiales jóvenes, como canguros y wallabíes, tienen muchas probabilidades de morir en los próximos meses debido a los parásitos y a la escasez de comida.
Los canguros pequeños también pueden haber sido arrancados de la bolsa de la madre, otros se han ahogado, indica Leanne Taylor, directora general del servicio de información y protección de la vida salvaje (WIRES).
"Las fuentes de alimentación de los canguros, como las raíces, fueron arrancadas y aumenta así el peligro de que los animales se mueran de hambre en los meses venideros", añade.
Desde el principio de las inundaciones, la Sociedad Protectora de Animales (RSPCA) está evacuando y colocando a los animales en refugios temporales.
En Brisbane, donde miles de personas están refugiadas en centros de evacuación de emergencia, se ha levantado la prohibición de llevarse consigo animales de compañía.
A unos 100 km, en Lockyer Valley, donde pueblos enteros fueron barridos del mapa, la clínica veterinaria de Gatton alberga animales "cubiertos de barro pero que sorprendentemente tienen pocas heridas", explica Bob Doneley, que dirige la clínica.
Los animales que le llevan "comen al menos 15 minutos y luego se quedan dormidos todo el día. Están muertos de hambre y de miedo".
Ante los cambios naturales, las especies salvajes se han refugiado a veces en las casas.
Australia posee siete de las diez serpientes más venenosas del mundo, y entre ellas el taipán y la serpiente-tigre plantean un peligro real en el centro de Queensland.
Los peligrosos cocodrilos de agua salada aprovecharon las inundaciones para acercarse a ciudades como Rockhampton, en la costa.
Al noroeste de Brisbane, un cazador de serpientes fue llamado para proteger a un equipo de socorristas neozelandeses.
"En Nueva Zelanda no existe ese tipo de serpientes, están un poco inquietos y la gente de aquí se burla contándoles historias de lo más espantosas", confía Ray Brown, el alcalde.