RABAT.- Mientras las revueltas en Túnez se han extendido a otros países árabes, la situación en Marruecos, pese a la cercanía geográfica de los dos países, permanece soprendentemente calmada.
Recientemente se reportaron cuatro casos de personas que se prendieron fuego a lo bonzo en Marruecos, aunque se cree que las razones no eran de índole política, sino que esos individuos más bien padecían problemas de salud mental, de tipo económico o familiar, de acuerdo con medios locales.
Sin embargo, a Marruecos no le faltan problemas que podrían provocar convulsiones políticas. La pobreza rural desató un éxodo de población a los suburbios marginales de las ciudades, donde el elevado desempleo y la falta de perspectivas han contribuido a incrementar la popularidad de los fundamentalistas islámicos.
El país tiene una larga tradición de "revueltas por el pan", y grupos como los licenciados universitarios -cerca de un 30 por ciento de ellos están sin trabajo- también organizan frecuentemente manifestaciones que a veces desembocan en violencia. Existe un resentimiento latente contra la elite privilegiada del país, entre la que se encuentran figuras como el influyente amigo del rey Mohammed VI Fouad Ali el Himma.
Si el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) de Himma -una fuerza emergente en la escena política del país- continúa "interfiriendo" con otros partidos, eso podría llevar a disturbios al estilo tunecino, advirtió el partido islamista Justicia y Desarrollo (PJD).
En cualquier caso, los marroquíes no cuestionan la legitimidad del rey en un país en el que los periodistas pueden pagar con la cárcel las críticas en su contra. "Nunca ha habido una manifestación contra el rey, quien es considerado como garante de la estabilidad", señalan observadores en Rabat. La posición de Mohammed VI se ve reforzada además por el hecho de que es el líder oficial de los musulmanes marroquíes, lo cual ha contribuido a aminorar el ascenso del fundamentalismo islámico.
El gobierno del primer ministro Abbas el Fassi es sin embargo consciente de que Marruecos no es inmune a contagios de Túnez, y está adoptando medidas preventivas. La policía ha recibido instrucciones de evitar la violencia a la hora de abordar a manifestantes. Las autoridades han anunciado a su vez nuevos subsidios para productos básicos como azúcar, aceite, trigo, gas y petróleo.
El Ejecutivo, que en 2010 ya gastó más de 2.000 millones de dólares en subsidios, pretende mantener los precios bajos, incluso a costa de poner en peligro la estabilidad presupuestaria, apuntan observadores.
El portavoz del gobierno Jalid Naciri negó, no obstante, que los subsidios estuvieran vinculados a los incidentes registrados en Túnez. Marruecos "no actúa en función de lo que ocurre en otros países", afirmó.