Una religiosa que inexplicablemente se curó del mal de Parkinson, fue el milagro que pavimentó el camino de Juan Pablo II a la beatificación.
APCIUDAD DEL VATICANO.- En una noche que recordaba las multitudinarias vigilias presididas por Juan Pablo II, un Circo Massimo de Roma atestado de gente celebra al papa Karol Wojtyla, a horas de que sea proclamado beato.
"Su vida fue santa. Ya era santo en vida", afirmó un emocionado Joaquín Navarro Valls, el español que durante 22 años fue su portavoz y que hoy, junto al que fuera su secretario particular, Stanislaw Dziwisz, lo recordaron junto a decenas de miles de fieles españoles, polacos, franceses, italianos, croatas, latinoamericanos, y de otros países, pocas horas antes de que Benedicto XVI lo beatifique.
Navarro definió la vida de Wojtyla como "una obra maestra", a la vez que señaló que el Papa polaco enseñó a los jóvenes lo que significa el amor.
Stanislaw Dziwisz desveló que sólo vio dos veces enfadado a Juan Pablo II. La primera fue en Agrigento, Sicilia, sur de Italia, cuando levantó la voz contra la mafia (les conminó a arrepentirse) y la otra durante un ángelus en el Vaticano en los días previos a la primera guerra de Irak.
"No a la guerra, la guerra no resuelve nada. Yo la guerra la he vivido y sé qué cosa es", afirmó en aquellos días Juan Pablo II, palabras que fueron recordadas hoy por su secretario y actual cardenal de Cracovia (Polonia).
Dziwisz agregó que "tenía razón, lo hemos visto tras la guerra, aquella guerra no resolvió nada".
En la vigilia también intervino la monja francesa Marie Simon Pierre, de 51 años, cuya curación, de manera inexplicable para la ciencia, de la enfermedad de Parkinson que padecía, ha abierto las puertas a la beatificación de Karol Wojtyla, a quien le dio las gracias y destacó su "humildad, su fuerza, su coraje, su ejemplo y el testimonio para aceptar el sufrimiento".
"Juan Pablo II estaba junto a los débiles, los pobres, los pequeños... Era un defensor de la vida, la familia, la paz", dijo la religiosa, que abogó para que Francia no pierda las raíces cristianas.
El vicario de Roma, Agostino Vallini, afirmó que de la vida de Wojtyla "aprendemos el testimonio de la fe, una fe arraigada y fuerte, libre de miedos y de compromisos, coherente hasta el último aliento, forjada por las pruebas, la fatiga y la enfermedad".
A pesar de la lluvia caída durante la tarde, los fieles llenaron el famoso recinto romano para carreras de carros, iluminado con decenas de miles de velas portadas por los participantes, muchos de los cuales llevaban además pancartas con el escrito "Santo Súbito".