MOSCÚ.- Un nuevo personaje, que ya lo era mucho antes de anunciar que presentará su candidatura a las elecciones presidenciales rusas de 2012, asciende al Olimpo político: Iván Ojlobistin.
De reconocido actor y director de cine pasó a cura para ahora apuntar, al menos de cara a la galería, a lo más alto del poder, y todo esto sin dejar su carrera artística, ampliada a la música y la literatura.
Su última puesta en escena la llevó a cabo sobre el césped del Estadio Luzhnikí, donde la semana pasada reunió a cerca de 30.000 personas con el único propósito de exponerles su doctrina política y filosófica, lo que hizo durante dos horas bajo la lluvia de Moscú y con el mérito de haber cobrado la entrada a sus oyentes.
El popular diario ruso "Moskovski Komsomolets" escribió al día siguiente que, "por primera vez, la gente ha pagado entre 200 y 2.500 rublos (entre 7 y 83 dólares) para escuchar las propuestas electorales de un candidato".
La extravagancia acompañó constantemente a Ojlobistin en su prolífica carrera, siempre artística, a ratos eclesiástica y filosófica, y ahora también política.
Su periplo como actor, con más de treinta películas a sus espaldas, lo empezó figurando en los créditos de algunos de sus filmes con seudónimos como Iván Guardabosques, Iván el Otro e Iván Magnífico.
También en los albores de su vida profesional, entre finales de los 80 y comienzos de los 90, firmó tres películas como director, aunque después se inclinó por los guiones, campo en el que ha destacado con más de veinte trabajos, algunos de los cuales consiguieron grandes cotas de popularidad.
En la extensa filmografía de Ojlobistin hay un paréntesis de seis años, entre 2001 y 2007, cuando el artista se dio a la religión y fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Tashkent (Uzbekistán), lo cual no le impidió publicar en 2005 un libro de ciencia ficción, "XIV principio".
Hasta ese mismo año fue pastor de los feligreses en dos iglesias de Moscú, pero entonces volvió al trabajo de actor y guionista, por necesidad económica, según explicaría más tarde.
En 2010, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, por petición del propio Ojlobistin, le apartó de la curia y le prohibió llevar el hábito, aunque precisó que cuando el pope Iván "haga su elección definitiva e irrenunciable a favor del servicio de pastor" podrá volver al sacerdocio.
Ahora que su carrera profesional vuelve a estar encarrilada, con recientes estrenos de éxito, y tras su nombramiento como director creativo de una de las cadenas comerciales de telefonía móvil y artículos de electrónica más importantes del país, Ojlobistin vuelve a añorar los tiempos en que era el pastor que guiaba su rebaño.
Los anuncios de su "noche literaria" en el principal estadio del país ya llevaban meses en las calles de Moscú cuando el estrafalario creativo sorprendió, durante la presentación del espectáculo a la prensa, al decir que es su intención presentar su candidatura a las elecciones presidenciales programadas para marzo de 2012.
Al día siguiente, salió al campo Luzhniki ataviado con una gabardina blanca para subirse a lo alto de una pirámide y leer su "Doctrina 77", una especie de tratado político-filosófico que entremezcla postulados ultranacionalistas y lo que algunos blogueros rusos calificaron como "el delirio de un loco".
Ojlobistin habló de restituir el gran imperio ruso y puso el acento en las cualidades de los rusos como guerreros: sus compatriotas son para el "pastor" combatientes ideales a nivel genético.
El actor, como si continuara sobre un escenario, llegó incluso a sacar un sable de una funda que portaba encima, y al hablar sobre el amor y el sacrificio como las bases del imperio lo tiró desde lo alto de la pirámide.
"Nosotros (los rusos) seguimos siendo la única fuerza que impide el choque entre Oriente y Occidente. El ruso debe ser un guerrero o un santo. En el medio no hay nada", dijo el ex sacerdote.
Ya consiguió que 30.000 personas pagaran por verlo leer en mitad de un día lluvioso, ahora tiene que reunir dos millones de firmas para poder registrar su candidatura a presidente del país que quiere convertir en un imperio de cuento.
"A los nacidos en el imperio, sus padres les contarán cuentos sobre nosotros y nuestro tiempo", sentenció el nuevo "profeta".