GINEBRA.- El mundo produce comida suficiente para alimentar a sus casi 7.000 millones de habitantes, pero cada día 1.000 millones de hombres, mujeres y niños se van a la cama con hambre, según la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR).
La FICR presentó hoy su informe sobre Desastres Mundiales, que analiza las causas del hambre y localiza este problema especialmente en zonas rurales del África subsahariana y en la región de Asia Pacífico, aunque crece el número de hambrientos en las ciudades.
El documento advierte de que los países ricos tampoco escapan al hambre y de que "es improbable" que se alcance el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU: reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre y viven en la extrema pobreza.
La Cruz Roja destaca el desequilibrio que existe en el mundo, donde conviven 1.000 millones de personas en una situación crónica de malnutrición y 1.500 millones de personas sobrealimentadas.
Los niños figuran entre los principales afectados por esta deficiente distribución de los recursos, con 9 millones de fallecimientos anuales antes de alcanzar los 5 años de edad.
Hoy en día, 178 millones de niños en la franja de edad de entre 0 y 5 años sufren problemas de crecimiento por una deficiente alimentación, un problema que se origina en el seno materno originando la mitad de las muertes de niños menores de 2 años.
El informe afirma que las causas del hambre y la desnutrición "son complejas" e incluyen desde la falta de inversión agrícola, al cambio climático, pasando por la volatilidad de los precios de los combustibles y la especulación con las materias primas.
"Pero una de las (causas) más perniciosas es la discriminación de género. Se estima que un 60 % de las personas desnutridas en el mundo son mujeres, y en algunos países las niñas tienen el doble de probabilidad que los niños de morir a causa de la desnutrición y de enfermedades infantiles prevenibles", añade.
La FICR insta a los Gobiernos a desarrollar planes de acción para hacer frente a este grave problema y a sustituir el esquema de ayuda alimentaria por el de transferencias de capital para potenciar la creación de empleos y la generación de ingresos.
La prioridad debe ser la población más vulnerable, es decir, los menores de 5 años y las mujeres embarazadas, se señala en el documento, que reconoce también que incrementar los recursos no es suficiente "debido a la corrupción y al despilfarro, algo que es particularmente cierto en las políticas agrícolas".
Los Gobiernos han de invertir más en investigación y dejar de asumir que los productores son únicamente hombres para evitar el círculo vicioso que condena por partida doble a las mujeres.
El informe critica además "la hipocresía de las masivas intervenciones estatales por parte de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón para proporcionar enormes subsidios nacionales para la protección de sus propios agricultores".
Por último, la FICR llama la atención sobre la necesidad de conocer mejor el alcance y el impacto de la desnutrición y el hambre en el mundo, dado que hay sospechas fundadas de que en algunos países las cifras recabadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) no reflejan la realidad.
De acuerdo con algunas investigaciones nacionales, la información de la FAO podría subestimar en algunos casos hasta en un tercio el número de personas que sufren hambre, por lo que la FICR pide "una base de datos abierta sobre la agricultura y la alimentación".