DUBLÍN.- Un año después de haber aceptado un plan de rescate internacional de 85.000 millones de euros, Irlanda parece haber salido del abismo e incluso es citada como ejemplo por sus socios europeos, cumplido que paga con nuevas medidas de ajuste para la población.
Tras una reunión convocada urgentemente un domingo por la noche en Bruselas, Irlanda se convirtió el 28 de noviembre de 2010 en el segundo país europeo, después de Grecia y antes de Portugal, que recibía un rescate.
Un año después, Dublín puede presumir de varias mejorías espectaculares: su déficit público descomunal en 2010 (32% del PIB) será este año tres veces más pequeño; el sector bancario que provocó el naufragio presupuestario ha sido completamente reestructurado; y la economía ha vuelto a crecer ligeramente tras tres años consecutivos de recesión.
Para la canciller alemana Angela Merkel, Irlanda se ha convertido en un "magnífico ejemplo" de un rescate bien llevado.
Él plan, cuyas drásticas condiciones fueron inicialmente consideradas como una humillación por los irlandeses, costó el cargo al primer ministro Brian Cowen cuyo partido, el Fiana Fáil, fue duramente castigado en las elecciones generales anticipadas de febrero pasado.
Su sucesor, Enda Kenny (Fine Gael), retomó sin embargo el plan firmado meses antes ofreciendo a Irlanda una baza esencial de cara a los mercados y a la comunidad internacional: un amplio consenso político. El mismo consenso que suscitó el mantenimiento del impuesto de sociedades en un atractivo 12,5%, a pesar de las presiones de Francia y de Alemania para subirlo.
Contrariamente a Grecia o Portugal, la república irlandesa no tuvo que hacer frente a manifestaciones callejeras pese a unas medidas de ajuste igual de severas, incluida la bajada altamente simbólica del salario mínimo.
"Nos podemos preguntar por qué la población se mantiene tan pasiva", señaló Michael Marsh, profesor de Ciencias Sociales en el Trinity College de Dublín.
Para él, los irlandeses están ante todo resignados después de varios años de crisis económica aguda marcados por otros tantos planes de rigor. "La gente admite que está mal y no ve muy bien lo que podría cambiar una manifestación", explicó a la AFP.
De hecho, a pesar de una incipiente recuperación económica, el país no está totalmente salvado: los irlandeses siguen estando entre los más endeudados de Europa, víctimas de una burbuja inmobiliaria que les hizo pagar muy caras unas viviendas hoy completamente devaluadas, y el desempleo se mantiene a niveles récord, por encima del 14%.
Para Paul Sweeney, un economista empleado por la federación de sindicatos irlandeses, es una prueba del "fracaso del programa de austeridad que debía salvarnos" y corre el riesgo, a más o menos largo plazo, de "matar al enfermo".
Sobre todo cuando se esperan nuevas medidas de ahorro en el marco del próximo paquete de medidas que será presentado en diciembre.
Los círculos empresariales se preocupan por otra parte del impacto de la crisis en la zona euro sobre las exportaciones irlandesas, que se han incrementado en los últimos meses y deberían ser la punta de lanza de la recuperación económica.
Un año después, los irlandeses siguen teniendo sentimientos por lo menos ambiguos en relación a Europa: según un reciente sondeo un 55% de entre ellos estima que la Unión Europea (UE) está mal dirigida, aunque un 67% cree que es mejor seguir formando parte del bloque de los 27.