BRUSELAS.- La comunidad musulmana de Bélgica estaba conmocionada este martes por la muerte de un imán en el incendio intencional de su mezquita, que podría estar vinculado al conflicto sirio y a las tensiones entre chiítas y sunitas.
Las autoridades belgas intentaban determinar por qué un hombre que se declara musulmán vertió gasolina y prendió fuego a una mezquita de Anderlecht, un barrio popular de Bruselas, el lunes por la noche.
El incendio se extendió rápidamente por el edificio y el imán, padre de cuatro hijos de 46 años según los fieles, murió por intoxicación. Otros dos hombres resultaron heridos.
El sospecho, que fue detenido en el lugar de los hechos, entró en la mezquita "exclamando palabras vinculadas al conflicto sirio", declaró la ministra del Interior, Joëlle Milquet. "Se trataría de un problema entre sunitas y chiítas. Pero me mantengo prudente porque la justicia todavía debe confirmar una serie de cosas", añadió.
Las tensiones entre las dos grandes familias del islam han crecido en los últimos meses en vario países de mayoría musulmana, entre otros en Irak y en Yemen.
La mezquita de Roda, instalada en un edificio de viviendas en una calle tranquila, es uno de los cuatro centros de confesión chiíta en Bruselas, una ciudad donde la mayoría de musulmanes son sunitas y donde las dos comunidades viven juntas normalmente sin enfrentamientos.
El sospechoso, de unos 30 años, no había sido formalmente identificado el martes porque presentó tres identidades diferentes e indicó que se encontraba en Bélgica de forma ilegal.
Según los primeros elementos de la investigación, este hombre armado con un hacha y un cuchillo "habría acudido con una mochila" hacia las 18:45 horas en la mezquita, "habría rociado con gasolina varios lugares y prendido fuego", explicó el portavoz de la fiscalía, Jean-Marc Meiller, ante la prensa.
"Declaró que era musulmán", añadió, e indicó que los motivos todavía se desconocían.
El imán que murió en el incendio, Adallah Dadou, era "un hombre querido por todo el mundo", "abierto, bien integrado y sonriente", según un fiel de la mezquita, Abdel Abouzeyneb, de 39 años.
La situación era tranquila el martes a mediodía ante la mezquita, guardada por unos policías, y ante la que estaban reunidos algunos curiosos.