COPENHAGUE.- La Policía noruega admitió por primera vez errores en su actuación durante los atentados del pasado 22 de julio perpetrados por el ultraderechista Anders Behring Breivik, que costaron la vida a 77 personas.
El informe presentado por la Comisión de evaluación interna asume fallos en la comunicación interna entre las distintas dependencias policiales y con otras autoridades, familiares de las víctimas y la opinión pública, además de que el sistema de alarma nacional no funcionó.
"Hoy podemos afirmar con seguridad que la Policía no tenía la dimensión adecuada para manejar todas las consecuencias de un acto extremo como el que nos afectó el pasado 22 de julio, un viernes absolutamente normal en medio de las vacaciones", dijo en rueda de prensa el director del cuerpo policial, Oystein Maeland.
Maeland pidió disculpas por no haber podido detener antes a Breivik y calificó de "duro" el saber que se podían haber salvado vidas, si bien destacó que todos hicieron lo máximo posible en una situación "especialmente exigente y compleja".
"Es problemático señalar decisiones personales o circunstancias individuales que con seguridad podrían haber llevado a detenerlo antes. Pero no se puede excluir que hubiera alternativas que podían haber salvado vidas", admitió.
El jefe de la Policía noruega mencionó, por ejemplo, el hecho de que la lancha usada por las fuerzas especiales para llegar a la isla de Utøya, donde Breivik había abierto fuego en un campamento juvenil, naufragó a mitad de camino por exceso de peso, lo que obligó a usar un barco de un particular y causó una pérdida de tiempo.
Las palabras de Maeland contrastan con las que hace tres meses pronunció el jefe de la Comisión evaluadora, Olav Sønderland, quien entonces aseguró que la Policía no había cometido ningún error, lo que motivó fuertes y generalizadas críticas.
Entre los 54 puntos a mejorar que señala el informe presentado hoy se menciona, por ejemplo, que hubo que haber llamado antes los helicópteros y que se tardó demasiado tiempo en procesar las informaciones de testigos con la descripción de Breivik después del atentado contra el complejo gubernamental de Oslo.
Breivik hizo estallar el pasado 22 de julio un coche bomba en Oslo, donde murieron ocho personas, e inmediatamente después se trasladó a Utøya, a 45 kilómetros de la capital, donde durante 1 hora y 20 minutos disparó de forma indiscriminada y mató a otras 69 personas.
La mayoría de las víctimas de Utøya asistían al campamento de las Juventudes Laboristas.