SANTIAGO.- Nuevos detalles se siguen conociendo del denominado caso "Enfermeros asesinos", que remeció a la población uruguaya, en donde se presume que unos 200 pacientes habrían muerto intencionadamente.
Según publica hoy el diario español "El País", los dos enfermeros charrúas, que han reconocido haber matado a 16 personas en dos centros de salud de Montevideo, eran conscientes de que algunas de sus víctimas no se encontraban en situación terminal.
Uno de ellos es Marcelo Pereira (40), quien dividía su jornada laboral entre el Hospital Público de Maciel y la prestigiosa clínica Asociación Española. De acuerdo al mismo medio, citando a los abogados de los imputados, en uno de los centros mató a tres pacientes, mientras que en el otro dos personas. A todos ellos, les inyectó morfina y ninguno de ellos estaba en condición terminal.
En la clínica, Pereira coincidió con el otro enfermero, identificado como Ariel Acevedo (46), quien asumió la muerte de 11 pacientes a las que le inyectó oxigeno en las venas. "Unos pacientes de Ariel sí estaban en situación terminal y otros no", admite su abogada, Inés Massiotti.
Si bien quedó consignado que ambos enfermeros se conocían, aún no hay pruebas que indiquen que actuaron en equipo.
La defensora Inés Massiotti, amiga personal de Acevedo, decidió asumir su defensa cuando coincidió con él en los juzgados el pasado viernes y así dio a conocer parte del estremecedor relato de su defendido.:
"Hace un año Ariel empezó a ver que la gente sufría. Y motu proprio, erradamente, decidió cargar una jeringa de 20 centímetros cúbicos de aire y se las inyectaba en una vena a los pacientes. A los pocos minutos les causaba una embolia pulmonar que podía terminar en un paro cardiaco" señaló.
"A veces llegaba el médico de guardia y lograba devolverlos a la vida. Otras veces fallecían. El sábado le pusieron decenas de fotos de pacientes. Y fue diciendo a quiénes había matado. Esta sí, esta no, esta no… así hasta 11. Yo le dije: 'Tu te creíste Dios'. Él confesó todos los hechos y pidió perdón. Dijo: 'Sí, me creí Dios'. Contó que no sabe qué le pasó de un año para acá. Y entendió cuando lo detuvieron que él no era el dueño de las vidas de esas personas", concluyó.