MIAMI.- Natalia Martínez parece ajena al tema cuando habla de la decisión que tomó su familia hace dos décadas para marcharse de Cuba, pero la aparente frialdad de la estudiante graduada se desvanece cuando habla de la posibilidad de volver a la isla por primera vez esta semana, durante la visita del Papa Benedicto XVI. “Estoy emocionada y nerviosa y creo que me sentiré también algo confundida”, dijo Martínez, de 25 años, con una risa nerviosa.
Sus palabras reflejarían el sentimiento de muchos integrantes de una delegación de más de 300 cubano-estadounidenses que viajarán a Cuba, encabezados por el arzobispo de Miami, Thomas Wenski.
Algunos de los que realizarán el peregrinaje el lunes huyeron de la isla hace medio siglo. Otros crecieron lejos, escuchando las historias que sus padres exiliados les narraban acerca de la isla, separada 145 kilómetros (90 millas) de Estados Unidos por el Estrecho de la Florida.
Lo que une a estos peregrinos es la raigambre por el país del que se marcharon sus familias hace mucho tiempo. Ese afecto es manifestado incluso por quienes se han opuesto durante años a Fidel y Raúl Castro y al gobierno comunista que ellos instauraron hace 53 años.
Los viajes a Cuba son siempre controversiales entre los cubano-estadounidenses y el embargo impuesto hace medio siglo por Estados Unidos a la isla limita severamente las visitas. En la década de 1970, quienes visitaban Cuba solían ser incluidos en una lista negra en el sur de la Florida y algunos incluso corrían el riesgo de sufrir agresiones a su regreso.
En estos días, quienes llegaron más recientemente de Cuba suelen visitar a sus parientes en ese país, pero el tema suele ocupar los discursos proselitistas de los políticos que hacen campaña en Florida. Esa controversia no ha hecho sino magnificarse de cara a la visita del Papa a Cuba.
Por lo menos media decena de exiliados que vuelven por primera vez a la isla se negaron a ser entrevistados por The Associated Press ante la preocupación por las reacciones que sus palabras podrían desatar en Miami o en La Habana. Muchos exiliados que huyeron durante los primeros días de la revolución encuentran pocas razones para volver.
Los cubanos son el único grupo de inmigrantes que casi siempre recibe una suerte de asilo político al llegar a territorio estadounidense.