LA HABANA.- Benedicto XVI y Fidel Castro se reunieron hoy miércoles y tuvieron una distendida charla en la que el líder cubano le consultó al Papa sobre su misión al frente de la Iglesia Católica y ambos bromearon sobre sus avanzadas edades.
La reunión, descrita como "serena y cordial", formó parte del viaje de tres días del Santo Padre a la isla, en el que hizo un llamado a los cubanos para renovar su fe y construir una nueva sociedad más justa y abierta con la ayuda de la Iglesia Católica tras cinco décadas de socialismo.
En un gesto de deferencia hacia Su Santidad, Castro se desplazó hasta la Nunciatura Apostólica para el encuentro privado acompañado de su esposa Dalia Soto del Valle y dos de sus hijos.Normalmente, el ex presidente suele recibir a los dignatarios y visitas especiales en su residencia de La Habana.
Vestido con camisa y una chaqueta deportiva negra, el líder cubano acribilló a preguntas al Papa en los 30 minutos que duró la conversación, según explicó a periodistas el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, quien recogió las impresiones de ambos líderes tras la reunión.
"¿Qué hace un Papa?", le consultó el carismático líder, quien desde 2006 fue delegando gradualmente las funciones de Gobierno en su hermano menor Raúl hasta que renunció formalmente dos años después por motivos de salud.
Lombardi dijo que Su Eminencia le comentó sobre los problemas que enfrenta a diario, como la relación entre fe y razón, la libertad y la responsabilidad. Fidel, que fue anfitrión del fallecido Juan Pablo II en su histórica visita hace 14 años, también preguntó al obispo de Roma por los cambios que ha visto en la liturgia católica respecto a la de su juventud en un colegio jesuita.
Benedicto XVI deja Cuba
Terminado los compromiso agendados, el Papa concluyó su visita apostólica de tres días a Cuba y tomó vuelo hacia Roma, tras su segunda gira por países de América Latina que le llevó también a México.
Con cierto retraso por la lluvia y el viento en La Habana, despegó del aeropuerto el avión vaticano, un Boeing 777 de la compañía Alitalia, con el pontífice y su séquito a bordo.
Previamente tuvo lugar una ceremonia de despedida, que el mal viento obligó a trasladar al interior del aeropuerto, donde Joseph Ratzinger reclamó que no se impidan las libertades fundamentales en la isla, abogó por la reconciliación entre cubanos y pidió desterrar "posiciones inamovibles."