JUNEAU.- Un buque de la Guardia Costera de Estados Unidos cañoneó y hundió a un pesquero japonés que había sido arrastrado por el enorme maremoto que azotó la costa de Japón en marzo de 2011, y desde entonces era transportado por los vientos y las corrientes marinas.
La embarcación, el "Ryo-un Maru" (que significa "suerte en la pesca"), atravesó sin tripulantes todo el Pacífico Norte, en medio de la "mancha" de restos dejados por el violento fenómeno natural.
El buque
fue detectado por aeronaves de la Guardia Costera a unos 200 km de la isla Forrester, en Alaska, a fines de marzo pasado.
El encargado de hundirlo fue el cúter de la Guardia Costera estadounidense "Anacapa", que abrió fuego contra el pesquero y lo hizo naufragar a las 18:15 horas en Alaska (23:15 horas en Chile), según confirmaron autoridades de esa institución.
La embarcación reposa ahora a 1.850 metros de profundidad, tras sumergirse en un punto situado a 288 km de la costa sureste de Alaska.
Bastaron dos disparos de munición altamente explosiva para enviar al fondo al "pesquero fantasma".
"Por la seguridad de los marinos, hundir el barco era la vía más rápida para reconducir adecuadamente el peligro que suponía este buque sin control", explicó el capitán Daniel Travers, jefe de gestión de accidentes de la autoridad costera.
La nave fue descubierta mientras se acercaba a la costa a fines de marzo pasado. Las imágenes captadas desde el aire por la Guardia Costera la mostraban en un estado relativamente bueno, pese a la corrosión marina.
En la proa todavía colgaban las amarras que se rompieron cuando el tsunami la arrancó del puerto de Hachinohe, en la prefectura de Aomori, en marzo del año pasado.
"Islotes" riesgosos
De acuerdo a estimaciones realizadas a fines del año pasado, los "islotes" de restos del maremoto que flotan sobre el Océano Pacífico, la mayoría con rumbo este, contienen en total entre 5 y 20 millones de toneladas de escombros.
Entre ellos se cuentan embarcaciones, muebles, restos de viviendas, artefactos hogareños -desde refrigeradores a televisores-, botellas, ropa, madera y una gran variedad de otros materiales.
Según organizaciones ecologistas, los fragmentos constituyen un serio riesgo para la navegación y para la vida marina. Hasta el momento no se ha detectado la presencia de radioactividad en los restos detectados y analizados.
