OSLO.- El ultraderechista Anders Behring Breivik hizo hoy una defensa encendida de los atentados que cometió el 22 de julio en Noruega, en los que murieron 77 personas, al considerarlos un "acto de bondad", "patriótico" y "el mejor del siglo" frente a los defensores del "multiculturalismo" que encarna la élite del poder.
Breivik no sólo no se arrepintió, sino que aseguró que "lo haría otra vez" si pudiera y atacó con dureza al Partido Laborista, en el poder en Noruega, y a sus juventudes, que dijo "se parecen mucho a las Juventudes Hitlerianas".
Las 69 personas que mató en la isla noruega de Utoya, la mayoría asistentes al campamento de las Juventudes Laboristas y casi todos ejecutados a sangre fría, fueron objeto de un ataque durísimo en la declaración escrita que Breivik leyó durante más de una hora.
"No eran inocentes, niños civiles, sino activistas políticos que trabajan por el multiculturalismo", señaló Breivik, que los calificó de gente "adoctrinada y con lavado de cerebro", y al campamento de Utoya, de "campo de adoctrinamiento para activistas políticos" dirigido por "una de los comunistas más extremistas de Noruega".
La extensión de la declaración escrita, que duró más del doble de la media hora que había anunciado, y la dureza de las palabras usadas hicieron que la jueza principal, Wenche Elizabeth Arntzen, le llamara la atención varias veces y le pidiera que fuera respetuoso.
Breivik defendió su derecho a explicar "datos esenciales" para entender los atentados y aunque prometió "tener consideración" hacia los familiares de las víctimas y los supervivientes presentes en la sala y en otras de todo el país desde donde se sigue el juicio, no ahorró calificativos y pudo acabar la declaración.
El fundamentalista cristiano de 33 años comenzó hablando en representación de la Orden de los Templarios Europeos y de "muchos noruegos y escandinavos", y se ufanó de haber cometido "la operación más espectacular hecha por un militante nacionalista en este siglo".
El objetivo de los atentados, primero con una furgoneta bomba en el complejo gubernamental de Oslo y luego en Utoya, era cambiar la política de inmigración del gobierno laborista y evitar una futura guerra civil en la que morirían "cientos de miles de personas.
"Si alguien es malvado son los multiculturalistas. Lo único que debería sorprender a Noruega y Europa es por qué un acto así no haya ocurrido antes", afirmó.
Que pueda ser condenado a la cárcel de por vida, "o morir como un mártir por esta causa", "es el mayor honor que se puede experimentar, es nuestro deber", manifestó el ultraderechista noruego.
Breivik tachó de "propaganda que roza la comedia" los comentarios realizados hacia él como "psicótico", "narcisista" o "fascista".
En su declaración, que a diferencia de la apertura del juicio, ayer, no fue retransmitida por televisión por respeto a las víctimas, reiteró las ideas defendidas en el manifiesto que difundió en Internet horas antes de los atentados.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los "marxistas culturales" y los "liberales" han dominado Europa en alianza contra los "conservadores culturales" y los "nacionalistas", estableciendo una "dictadura" camuflada bajo una democracia que en realidad no existe: los primeros controlan la cultura y los segundos, la economía.
Quienes defienden a los poblaciones nativas frente a la "invasión islámica", quienes se oponen a la "deconstrucción cultural y étnica" consentida por el poder, sufren la censura y el boicot.
Breivik reclamó el derecho a defenderse frente a los "actos crueles" que han sufrido los europeos a manos de los musulmanes, desde violaciones a asesinatos o atentados como los de Madrid.
Sus ideas son difíciles de entender, admitió Breivik, aunque se mostró convencido de que muchos acabarán por comprender que el multiculturalismo "ha fracasado", porque es una ideología "destructiva" y porque él dice la "verdad".
Los atentados fueron "en defensa de los noruegos étnicos y de su cultura", de ahí que no se considere culpable, reiteró.
"Actué en una situación de necesidad por mi gente, mi cultura, mi religión, mi país", sostuvo Breivik al cerrar su declaración.
Al comienzo de la jornada, la segunda del juicio que durará diez semanas, la corte de Oslo decidió sustituir a uno de los tres jueces no letrados que componen el tribunal al considerarlo "inhábil" tras conocerse hoy que hace meses pidió la pena de muerte para Breivik en un comentario en una red social.