LONDRES.- La reina Isabel II cierra este martes las celebraciones de su Jubileo de Diamante con una jornada solemne en la que brilla por su ausencia el príncipe Felipe, hospitalizado la víspera en Londres debido a una infección de vejiga.
Tras el apoteósico concierto de anoche, al que la reina asistió ya sin su marido, que permanecerá varios días ingresado como "medida de precaución", el cuarto día de festejos, comenzó con una misa de acción de gracias en la catedral de San Pablo.
La soberana, acompañada excepcionalmente de una de sus damas de honor, fue aclamada a su llegada al templo anglicano por miles de admiradores que la recibieron al grito de "Larga vida a la reina".
Isabel II, que también es Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra, eligió un abrigo de color verde menta bordado y salpicado de cristales con sombrero a tono para esta ceremonia en honor de sus 60 años de reinado.
"Estamos celebrando seis décadas de una prueba viviente de que el servicio público es posible y puede ser un lugar donde uno encuentre felicidad", afirmó en su sermón el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en dirección a la soberana, sentada junto al príncipe Carlos.
Pero, agregó, "ha hecho a su público feliz y todas las señales apuntan a que ella también se siente feliz (...) Lo mismo puede decirse del príncipe Felipe, y nuestras oraciones y pensamientos van para él esta mañana", agregó.
Entre los 2.000 asistentes destacaban varios miembros de la familia real, como el príncipe William y su esposa Kate Middleton -que volvió a ser el centro de las miradas con un vestido de encaje de color beige de Alexander McQueen-, así como el primer ministro David Cameron y otros líderes políticos.
Como a lo largo de todo el maratón del Jubileo, miles de personas, incluidos un puñado de antimonárquicos, se congregaron frente a la catedral para vislumbrar a una soberana en la cima de su popularidad a sus 86 años de edad.
Pamela Stratton, una jubilada de 67 años de Yorkshire, en el norte de Inglaterra, se levantó a las cinco de la mañana para poder ver por primera vez a la reina "en carne y hueso".
Pero muchos echaban en falta a Felipe, su leal consorte durante estas últimas seis décadas, en esta ceremonia histórica, ya que Isabel es sólo la segunda monarca en toda la historia británica que alcanza este aniversario.
"Es una pena que no pueda estar aquí hoy, porque siempre ha estado a su lado, y que se pierda un día como éste es muy triste", dijo Judith Chen, una maquilladora londinense de 45 años con una bandera enrollada en la cabeza.
El mismo Felipe, que cumplirá 91 años el próximo domingo, se sintió muy "decepcionado" por perderse el final del Jubileo de su esposa, según el comunicado difundido el lunes por el palacio.
Pero "el espectáculo debe continuar", como coincidieron el martes en sus portadas varios diarios británicos, que alabaron unánimemente el "coraje" de la soberana por haber asistido igual al espectacular concierto en el que Elton John, Paul McCartney y Madness entre muchos otras leyendas del pop y del rock hicieron vibrar a 250.000 espectadores.
Tras la ceremonia religiosa, toda la familia participó en un almuerzo que reunió en el palacio de Westminster a 700 personas representativas de todos los ámbitos de la sociedad, de banqueros a jardineros, pasando por miembros de las fuerzas armadas.
Los invitados degustaron un menú clásico a base de salmón salmón marinado, cordero con espárragos y patatas aderezado con una salsa "Jubileo" y una "sinfonía de postres", que culminó con un brindis de honor.
La soberana debe encabezar a continuación la procesión por el centro de la capital, acompañada de Carlos y Camila en el "State Landau" de 1902, el mismo carruaje que usaron William y Kate el día de su boda en abril de 2011.
El desfile, cuyo recorrido estaba abarrotado desde la mañana por decenas de miles de personas, culminará en el palacio de Buckingham, donde la reina cerrará con broche de oro cuatro meses de celebración del Jubileo con una aparición en el balcón.