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Autoridades chinas van tras "conexión francesa" en escándalo de ex jerarca

Beijing pidió a Camboya la extradición de un arquitecto galo implicado en el complejo caso que envuelve a Bo Xilai, célebre dirigente hoy en desgracia en medio de las sordas disputas dentro de la jerarquía comunista.

20 de Junio de 2012 | 00:54 | EFE/Emol
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Bo Xilai pasó del éxito a la persecución judicial en medio de las soterradas disputas de poder en el seno del Partido Comunista chino.

AP
BEIJING.- El Gobierno de China pidió a Camboya la extradición del arquitecto francés Patrick Henri Devillers, quien ha sido relacionado con las actividades del alto dirigente comunista Bo Xilai, hoy caído en desgracia y perseguido por supuestas irregularidades en su país.

El ciudadano galo fue detenido por la policía de Phnom Penh. Un portavoz de la embajada de Francia en la capital camboyana dijo que fueron informados del arresto.

El jefe de la policía local, Touch Naruth, declaró que el ciudadano francés fue aprehendido hace dos semanas "con la cooperación de China". "Estamos considerando si mandarlo a China o a Francia", añadió, según declaraciones recogidas por el diario "South China Morning Post" (SCMP).

Ambos países tienen un tratado de extradición vigente.

Bo disfrutó de altas cuotas de poder en el Gobierno chino antes de caer en desgracia. Entre sus actividades le correspondió, como secretario de Comercio, concretar la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) de la potencia asiática con Chile en 2005, con el entonces ministro de Relaciones Exteriores Ignacio Walker.

Conexión francesa

La conexión de Devillers con la familia de Bo aún es incierta, pero medios extranjeros han informado que el arquitecto ayudó al otrora carismático político a reconstruir la ciudad de Dalian, al noreste de China, cuando el ex líder comunista fue alcalde en la década de 1990.

Más tarde, en 2000, cuando la esposa de Bo, Gu Kailai, estableció en Gran Bretaña una compañía para seleccionar arquitectos europeos que trabajarían en proyectos en China, Devillers fue su socio.

Ya en marzo de 2006, el profesional galo y su padre formaron una compañía en Luxemburgo, que desató especulaciones sobre si la empresa ayudó a Gu o a otros a sacar dinero de China, según el SCMP.

Entrevistado el mes pasado por un periódico francés, Devillers negó haber infringido las leyes y aseguró estar "tranquilo".

Bo fue jefe del Partido Comunista chino (PCCh) en la municipalidad de Chongqing hasta que fue expulsado de su cargo y suspendido del Politburó y del Comité Central del PCCh en abril pasado, por "supuestas irregularidades".

Su esposa Gu fue aprehendida como sospechosa del homicidio el pasado noviembre del ciudadano británico Neil Heywood, aunque ambos casos no fueron vinculados por el Gobierno chino.

El conflicto político comenzó cuando el vicealcalde de Chongqing y mano derecha de Bo, Wang Lijun, pidió asilo el pasado febrero en el consulado de Estados Unidos en la localidad de Chengdu para denunciar, supuestamente, las irregularidades cometidas por su antiguo jefe.

Semanas después, Wang fue destituido de su cargo y, según ha anunciado la prensa china, se enfrentará a un juicio próximamente y podría ser acusado de traición por revelar "al enemigo" (EE.UU.) secretos del PCCh, lo que podría suponer la pena de muerte.

Antes del escándalo, Bo aspiraba a convertirse en uno de los nueve miembros del Comité Permanente del Buró Político del Gobierno chino en el próximo relevo de poderes previsto para el otoño (boreal).

El directivo era conocido por promover en Chongqing el retorno de canciones y eslóganes maoístas, así como por llevar a cabo, junto a Wang, una extensa campaña anticorrupción.

Disputas en el seno del PCCh

Varios observadores de la política china han relacionado el complejo caso con las soterradas disputas de poder en la cúpula del Partido Comunista antes de la crucial definición que se desarrollará este año, en medio de las crecientes preocupaciones por la situación económica global y los cada vez más frecuentes disturbios internos relacionados con problemas laborales, ambientales y étnicos en el gigante asiático.

De acuerdo a estadísticas de las propias autoridades comunistas, los "incidentes de masas" (el calificativo chino para los disturbios sociales) ha aumentado de 8.700 en 1993 a cerca de 90.000 en 2010.

El Primer Ministro, Wen Jiabao, dijo en marzo de este año que China debería abordar reformas políticas de manera "urgente" si se quiere estabilizar y profundizar los logros económicos de los últimos 30 años y advirtió sobre la posibilidad de que se produzca "una nueva tragedia histórica como la 'Revolución Cultural'", aludiendo al fracasado intento de cambio social emprendido por Mao Zedong entre 1966 y 1976 que se saldó con millones de muertos.

De acuerdo a analistas, las disputas internas arrecian entre los dirigentes que buscan acompañar las extensas reformas económicas con un mayor grado de apertura política y los que apuestan a ultranza por mantener el actual statu quo que, de paso, ha enriquecido a muchos miembros de la jerarquía comunista y sus familias.
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