DAMASCO.- La violencia y la represión contra la revuelta en Siria continúan intensamente este juves, con un nuevo atentado en Damasco, a dos días de una reunión internacional sobre el conflicto que se anuncia difícil por el persistente rechazo ruso a una solución exterior.
Un atentado con bomba perpetrado en el estacionamiento del Palacio de Justicia, en el centro de Damasco, provocó tres heridos, anunciaron los medios estatales que lo atribuyeron a "terroristas".
La víspera, un ataque contra la cadena oficial Al Ikhbariya cerca de Damasco mató a siete personas.
Según una fuente policial, estallaron dos bombas adosadas a dos vehículos de magistrados aparcados en el estacionamiento.
En el resto del país, los bombardeos de las tropas del régimen contra los bastiones rebeldes y los intensos combates entre soldados y rebeldes, cada vez más cerca de la capital bajo control de las fuerzas del régimen de Bashar al-Assad, dejaron al menos 21 muertos, según una ONG siria.
El miércoles, 149 personas murieron en una de las jornadas más sangrientas desde el 15 de marzo de 2011, cuando comenzó una contestación pacífica que se fue militarizando frente a la represión y a la inacción de la comunidad internacional.
Cientos de personas, en su mayoría civiles, entre ellos mujeres y niños, muerieron en las últimas semanas, según la ONG.
Los bombardeos se concentran contra las plazas fuertes rebeldes de Homs (centro), Deir Ezor (este), Duma, cerca de Damasco, e Idlib (noroeste), defendidas encarnizadamente por los insurgentes en medio de una situación humanitaria dramática, según los militantes.
Según algunas estimaciones, más de 15.800 personas, en su mayoría civiles, han perdido la vida por la violencia que aqueja al país del Medio Oriente en 15 meses.
Al-Assad, cuya familia dirige Siria con mano férrea desde hace cuatro décadas, reiteró el martes su determinación de ganar "la guerra" en su país.
Alegando contar con el apoyo de una parte de la población, el régimen de Assad no reconoce la contestación y afirma combatir "grupos terroristas" a sueldo del extranjero.
En este sombrío contexto se desarrollará este sábado en Ginebra una reunión del "grupo de contacto" sobre Siria, por iniciativa del emisario internacional Kofi Annan, en presencia de los jefes de la diplomacia de las grandes potencias (Rusia, China, Estados Unidos, Reino Unidos, Francia) y de tres Estados árabes, así como de los secretarios generales de la ONU y de la Liga árabe.
Annan quiere centrar el debate en la instauración de un gobierno de coalición que lidere la "transición", integrado por partidarios de Assad y miembros de la oposición.
La descripción de Annan sugiere que el Mandatario sirio podría quedar excluido, según un diplomático en la ONU.
Pero Moscú, principal aliado del régimen sirio, dijo que no había acuerdo final sobre el plan de transición propuesto por Annan y mantuvo su posición de rechazo a una solución impuesta desde el extranjero, en particular en lo que se refiere a la suerte de Assad.
"Rusia no puede apoyar y no apoyará ninguna receta impuesta del exterior", insistió su ministro de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov, en víspera de una reunión en San Petersburgo con su homóloga estadounidense Hillary Clinton que dio su apoyo a "la hoja de ruta" de Annan.
Lavrov lamentó que Irán, aliado cercano de Damasco y enemigo jurado de los occidentales, no esté presente en la reunión y reafirmó que la suerte de Assad debe decidirse en un diálogo nacional.
Pero el Consejo Nacional Sirio (CNS), principal coalición opositora, anunció su rechazo a participar en un gobierno "mientras Assad no haya sido expulsado del poder".
Su portavoz, Georges Sabra, anunció una reunión el 2 de julio en El Cairo del "conjunto de la oposición para lograr una visión unificada acerca del periodo de transición y el futuro de Siria".
Turquía movilizó un convoy de vehículos militares y una batería de misiles tierra-aire en la frontera siria, después de que uno de sus aviones de combate fuera derribado por Siria el 22 de junio, según la prensa turca.