TOKIO.- "Quiero dejar un Japón limpio a mis hijos y a mis nietos" asegura Akiko Ichikawa, una mujer que como miles de japoneses se manifestó este lunes en Tokio para pedir el fin de la energía nuclear, 16 meses después de la catástrofe de la central de Fukushima.
Esta jubilada viajó a la capital desde la prefectura de Shiga (centro) para pedir al primer ministro Yoshihiko Noda que escuche el clamor popular y no vuelva a poner en marcha progresivamente los reactores nucleares.
A última hora de la mañana miles de pequeños grupos con banderolas llenas de esloganes caminaban ordenadamente hacia el parque familiar de Yoyogi, en el barrio de moda de Shibuya, en Tokio, donde la manifestación se transformó en una fiesta.
Junto a las casetas regionales había debates sobre el futuro energético o se proyectaban documentales, mientras cantantes de todas las edades amenizaban la fiesta en varios lugares del parque, uno de los más grandes de Tokio.
Según los organizadores había al menos 170.000 personas, muchas más de las 100.000 previstas. La policía indicó que no daría estimaciones.
Sea como sea, se trata de una de las manifestaciones más importantes desde la catástrofe de Fukushima. En los últimos meses, las manifestaciones ya estaban reuniendo cada viernes en Tokio a miles de personas.
"El gobierno antepone la economía a la salud", dijo Kuniko Matsubara, que vino desde la prefectura de Miyagi, la más afectada por el sismo y el tsunami del 11 de marzo de 2011 que provocó el accidente nuclear en Fukushima.
"Hay que continuar informando a la población para ampliar el movimiento, hasta que las autoridades nos escuchen", dijo esta manifestante.
"Consecuencias imborrables"
El traumatismo tras la catástrofe de Fukushima, que obligó a evacuar a centenares de miles de personas y ha convertido en inhabitables durante décadas algunas zonas, está llevando a la población japonesa a desconfiar cada vez más de la energía nuclear.Por el momento sólo uno de los 50 reactores de Japón está en funcionamiento, el resto están detenidos como consecuencia de una catástrofe natural o como medida de precaución a la espera de nuevos estudios de seguridad.
"Un accidente nuclear tiene consecuencias imborrables y marca para siempre un territorio. Es por eso que hay que dejar de utilizar esta energía", explica Satoshi Kobayashi, padre de dos niños pequeños a los que trajo consigo para "sensibilizarles".
En una tarima más grande que las demás, bajo un sol intenso, van pasando los oradores que reciben los aplausos de la muchedumbre. Para luchar contra el calor las mujeres mayores se refrescan con pequeños abanicos que llevan el lema "No nuke" ("Nuclear no") escrito en rojo.
El movimiento "¡Adios a la energía nuclear!", que organiza la manifestación, ha conseguido reunir a grupos que llevaban años militando contra esta energía y a varias personalidades, como el compositor Ryuichi Sakamoto o el premio Nobel de literatura Kenzaburo Oe, a los que también se han unido personas que no solían salir a la calle.
Jóvenes y menos jóvenes se reunieron en Tokio en este lunes festivo procedentes de todo el país, no sólo de la región de Tohoku (noreste), donde está Fukushima, sino también de la isla de Kyushu (sur), de Shikoku (sureste) y de Hokkaido (norte), o de las regiones de Kansai (centroeste de la isla principal de Honshu) y de los alrededores de Hiroshima (suroeste de Honshu).
A primera hora de la tarde, tres grupos de manifestantes salieron hacia distintos barrios de la capital japonesa.