A diferencia de Michelle Obama, Ann Romney ha sido dueña de casa toda su vida y nunca trabajó profesionalmente.
ReutersWASHINGTON.- Una es negra, la otra blanca. Una nació en la riqueza, la otra proviene de una familia de clase obrera de Chicago.
Al igual que ocurre con los dos candidatos presidenciales, sus esposas -Ann Romney y la primera dama Michelle Obama- constituyen una muestra de contrastes en un año electoral en el que la preferencia por una u otra de las esposas podría tener más peso del habitual en unos comicios que se espera serán muy reñidos.
Ambas mujeres son vistas como refinadas y abogadas eficaces de sus respectivos maridos, el presidente demócrata, Barack Obama, y el candidato republicano, Mitt Romney.
Expertos políticos sostiene que la gente vota para presidente, no por su pareja. Pero la primera dama ayudaría a llenar importantes vacíos y a completar las percepciones de los votantes a la hora decidir a quién elegir.
Catherine Allgor, profesora de la Universidad de California Riverside, afirma que ese es el motivo por el que la gente escuchó con tanta atención el discurso de Ann Romney la semana pasada en la Convención Nacional Republicana en Tampa, Florida (sureste).
"Los estadounidenses creen que esas mujeres pueden dar testimonio del auténtico hombre, de que su vida privada -como marido, padre y gestor de los asuntos familiares- ilustra su moralidad y su auténtico carácter", declaró Allgor.
Probablemente también estarán atentos al discurso de Michelle Obama en la Convención Demócrata en Charlotte, Carolina del Norte, la próxima semana.
La primera dama tiene un papel en la política estadounidense a diferencia de las mujeres de los jefes de Estado de otros países. Puede constituir una fuerza política por derecho propio con la que hay que contar.
Algunos creen que sería casi imposible que un presidente sea aceptado en Estados Unidos sin una esposa y compañera a su lado. Por todos estos motivos, la posición de la esposa del presidente -una de las más influyentes en Washington- es solemne y no retribuida.
"Es muy poderosa. Es por ese motivo que estas mujeres suben al escenario y hablan de sus matrimonios. Si lo hacen bien, resultan muy influyentes", dijo.
La periodista del New York Times Jodi Kantor, autora del bestseller "The Obamas" declaró esta semana en la radio pública estadounidense que las primeras damas suelen estar protegidas de las agresiones políticas, aunque a veces lanzan granadas por iniciativa propia.
La actual primera dama es una abogada que estudió en Princeton y en Harvard, una profesional que de alguna manera ha sostenido a la familia Obama. Ha apoyado varias iniciativas durante el primer mandato del presidente, entre ellas el apoyo a las familias de militares y su "Let's Move!", un plan para mejorar la dieta de los niños y combatir la obesidad.
Ann Romney, de 63 años, es dueña de casa y nunca trabajó profesionalmente. En su lugar eligió ser una activista de grupos de padres y otras organizaciones cívicas. Luchó durante años con la esclerosis múltiple y el cáncer de mama, que está superando.
Convertida a la fe mormona de su marido, esta hija de empresario es licenciada en francés por la Brigham Young University.
Ann Romney tal vez responda a la imagen tradicional que la opinión pública tenía de una primera dama en años precedentes, como la platinada Barbara Bush o la discreta Laura Bush.
En contraste, Michelle Obama, de 48 años, la primera afrodescendiente que se convierte en primera dama, intentó abrir la Casa Blanca a influencias más diversas, instalando por ejemplo obras de artistas negros y acogiendo una serie de conciertos con estilos musicales diversos, desde el jazz al blues, pasando por el rock, en la residencia presidencial. Es madre de dos hijas.
Obama y Romney tiene puntos de vista opuestos acerca de la convención del partido contrario. Michelle Obama dijo la semana pasada en "Late Night with David Letterman Show" que ella no mira ninguno de los eventos republicanos.
"Yo, como esposa del hombre con el que compiten, tiendo a no verlos", declaró en el programa.
Ann Romney, sin embargo, afirmó en Fox News la semana anterior que estará atenta a la Convención Demócrata.
"Quiero escuchar el discurso del presidente y doy por descontado que Michelle hablará y también quiero escucharla", dijo la aspirante a primera dama.