JERUSALÉN.- El Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, viaja hoy hacia Nueva York, donde intervendrá ante la Asamblea General de la ONU con un discurso centrado en la necesidad de impedir que Irán alcance el armamento nuclear.
"El Primer Ministro centrará su discurso en la cuestión iraní y resaltará la necesidad de impedir que Irán adquiera armas nucleares", declaró Mark Reguev, portavoz del primer ministro israelí para medios extranjeros, horas antes de viajar a EEUU.
El jefe del Ejecutivo israelí partirá al concluir la jornada del Yom Kipur, la más solemne del calendario hebreo, y tiene previsto llegar a Nueva York por la mañana, poco antes de comparecer ante la Asamblea General pasado el mediodía y dos turnos después de que lo haga el presidente palestino, Mahmud Abás.
A diferencia del año pasado, en el que Netanyahu elaboró un discurso principalmente destinado a contrarrestar la iniciativa palestina en busca del reconocimiento a un Estado en el seno de la ONU, en esta ocasión Irán será su epicentro y reflejo del monotema que en los últimos meses obsesiona a la clase política israelí.
Y es que Israel considera una amenaza existencial el programa nuclear iraní, al que se suman los reiterados llamamientos de los dirigentes de la República Islámica de acabar con el Estado judío.
Teherán, por contra, defiende que su programa tiene fines exclusivamente pacíficos, algo de lo que desconfía buena parte de la comunidad internacional.
"Reiteraré que al país más peligroso del mundo no se le debe permitir que se arme con el arma más peligrosa del mundo", manifestó Netanyahu el domingo en la reunión semanal del Consejo de Ministros.
El jefe del Ejecutivo israelí, que apenas estará 24 horas en territorio estadounidense, viaja a ese país con el telón de fondo de los últimos desencuentros con la Administración Obama respecto al apremio y las medidas que deben adoptarse para frenar el programa atómico iraní.
Netanyahu ha advertido en repetidas ocasiones que las sanciones internacionales impuestas a Teherán no están surtiendo ningún efecto y que el tiempo para llegar a un punto de no retorno en cuanto a la adquisición del arma nuclear se acaba.
Por su parte, el presidente norteamericano, Barack Obama, sostiene que aún se le debe dar oportunidad a la vía de la diplomacia y las sanciones, y al verse favorito en la liza presidencial, según apuntan los sondeos, ha defendido que su prioridad es garantizar lo que es bueno para el pueblo estadounidense.
En el centro de la disensión entre ambos dirigentes, que no se reunirán en esta ocasión, está la urgencia de frenar por la vía militar el proyecto iraní.
"A no ser que Estados Unidos haga el trabajo sucio por él, el premier (israelí) es el hombre que, en los próximos meses, tome la decisión más crítica en esta zona desde que David Ben-Gurión decidió declarar el Estado de Israel", apunta el periodista Yosi Verter del diario "Haaretz".
Y parafraseando a Shakespeare el articulista se pregunta, "atacar o no atacar, esa es la cuestión: ¿intentar y obstruir o al menos retrasar el programa nuclear iraní por medios militares, o bajar la cabeza y aceptar un Irán nuclear?".
Sobre la cuestión de tiempos, el viceprimer ministro israelí y titular de Inteligencia y Energía Atómica, Dan Meridor, afirmó esta semana que se trata de un asunto espinoso porque habría que aclarar si el momento crítico es cuando Teherán tome la decisión de construir la bomba o cuando realmente la ensamble, si es que los servicios de inteligencia de Occidente llegan a saberlo.
En cuanto a las sanciones, consideró que estamos "en medio de una campaña y el mundo debe ganarla", y ni Israel ni la comunidad internacional "deben desviarse del objetivo", que no es otro que "aclarar a Irán que debe abandonar su programa nuclear".
Durante su estadía en los Estados Unidos, el líder israelí se entrevistará con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a quien criticó duramente el mes pasado por asistir a la cumbre del Movimiento de No Alineados en Teherán.
También mantendrá un encuentro con la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, y con el primer ministro canadiense, Stephen Harper, a quien elogió por adoptar la "decisión moral" de expulsar a los diplomáticos iraníes de su país y retirar a la representación canadiense de Irán.