WASHINGTON.- "¿Dónde estaba el presidente?" La desesperada pregunta se la hacía uno de los moderadores estrella de la cadena pro-demócrata MSNBC, Chris Matthews, poco después de la retransmisión del primer debate entre el Mandatario estadounidense, Barack Obama, y el republicano que en noviembre tratará de arrebatarle la Casa Blanca, Mitt Romney.
"Apagado", "atascado", "perdido" fueron otras de las coincidentes caracterizaciones del jefe de Estado demócrata por parte de una prensa -de todo el espectro político- que la noche del miércoles vio asombrada cómo el normalmente elocuente y buen orador Obama se iba encogiendo cada vez más, con la mirada baja y forzadas sonrisas cada vez más espaciadas, ante un Romney que se crecía conforme corría la larga hora y media de duelo televisado, el primer cara a cara de la campaña.
No hacía falta que cadenas como "CNN" o "CBS" realizaran rápidas encuestas que dieron por claro ganador del primero de los tres duelos presidenciales a Romney, que entre sus dardos disparó que no quiere que Estados Unidos se parezca a España.
La muestra quizás más contundente de que el propio Obama era consciente de su pobre actuación fue su rápida salida del escenario creado para el trascendental encuentro electoral en la Universidad de Denver.
Así, mientras que Romney, rodeado de su esposa Ann y parte de su numerosa familia, se abrazaba en la plataforma y se tomaba su tiempo para saludar sonriente a la audiencia, un serio Obama apenas esperó a que su esposa Michelle se reuniera con él y que ambos saludaran al contrincante para desaparecer rápidamente entre bastidores.
"Mitt Romney estuvo mejor que nunca", admitía incluso a regañadientes el pastor y activista de los derechos civiles Al Sharpton, un demócrata a quien rara vez se le escapa una palabra a favor de un republicano.
"Pero su mejor actuación no es lo suficientemente buena", se apresuró a añadir.
La pregunta clave sin embargo es cuántos del hasta 15 por ciento de los votantes indecisos que se estima hay a estas alturas de la campaña electoral podrían cambiar de opinión sobre Romney tras verlo crecido frente a su rival demócrata.
Y el debate fue seguido por entre 40 y 60 millones de personas.
Sorprende que Obama, que lleva más de la mitad de su mandato defendiendo sus políticas, sobre todo su siempre atacada reforma sanitaria, pareciera tener problemas la noche del miércoles para hallar las palabras adecuadas para rebatir las acusaciones que le lanzaba casi sin pausa Romney.
Pero si bien la opinión coincidente es que en el duelo con guantes blandos que libraron Obama y Romney éste logró poner a su rival demócrata contra las cuerdas, tampoco pudo rematar la jugada dándole un golpe definitivo al mandatario.
A Romney le faltó una frase con gancho, una idea nueva y atractiva cuya estela permaneciera cuando se apagaron los focos. Y no la halló, como demuestra quizá el hecho de que su frase más comentada fuera su amenaza de cortar los fondos públicos a programas como Barrio Sésamo (Plaza Sésamo en América Latina).
"Adoro a la Gallina Caponata (Paco Pico o Abelardo Montoya, según las regiones)", aseguró Romney al hablar de la necesidad de recortar el gasto del gobierno. "Pero no voy a seguir gastando dinero en esas cosas o a pedirle prestado dinero a China para pagarlas", agregó.
Minutos más tarde, la cuenta de Twitter "firedBigBird" (Caponata despedida) nacía y, en pocas horas, lograba más de 20.000 seguidores.
Pero el momento de hilaridad no esconde un hecho que cuanto menos debería preocupar al bando demócrata: el primer debate demostró que Romney ha sabido prepararse bien, mejor desde luego que el supuestamente experimentado Obama, como concedió incluso una de las jefas de la campaña demócrata, Stephanie Cutter.
Con todo, una batalla no hace la guerra y, en los 33 días de campaña que restan -incluidos dos debates presidenciales más- habrá seguramente tiempo de sobra para que uno de los dos bandos dé de nuevo una sorpresa.