BERLÍN.- A menos de un año de las elecciones generales, los partidos de la alianza de centroderecha de la canciller alemana, Angela Merkel, se afanan por enterrar el hacha de guerra y acabar con las rencillas que han sacudido el Ejecutivo germano en los últimos tres años.
Merkel, presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el bávaro Horst Seehofer, máximo responsable de la Unión Socialcristiana (CSU) y el vicecanciller Philipp R”sler, presidente del Partido Liberal, se darán cita a última hora de esta tarde en busca de un acuerdo que confiera nuevos bríos a la coalición de Berlín.
La canciller se encuentra personalmente en la cresta de popularidad, con niveles de aceptación del 51 por ciento, según la última encuesta del Instituto Emnid para el semanario "Focus". Los electores aprueban ampliamente su gestión de la crisis del euro y sus demandas de austeridad y mayor control de gastos en Europa.
Pero su gobierno de conservadores y liberales es visto con ojos sumamente críticos por más de dos tercios de la población. Un 69 por ciento de los alemanes dijeron no estar satisfechos con la labor del gobierno de Merkel, señala una consulta del instituto YouGov y sólo 20 por ciento se mostraron conformes.
En la agenda de negociaciones figuran fundamentalmente temas sociales en los que quedan muchas asperezas por limar. "Lo que está en juego es la capacidad de gobernar de la coalición", señaló Seehofer en declaraciones que divulga hoy el dominical "Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung". "La alianza mostrará que es capaz de actuar", aseguró por su parte el diputado democristiano Michael Grosse-Brumer.
La CSU insiste en otorgar una ayuda mensual a las madres que se quedan en casa para cuidar a sus niños menores de tres años, una propuesta a la que se oponen los liberales y que demandaría gastos de 1.000 millones de euros (1.300 millones de dólares).
El gobierno tampoco ha llegado a un consenso sobre cómo financiar jubilaciones dignas para todos e impedir que los trabajadores en el sector de bajos ingresos caigan en la pobreza tras la jubilación.
El FDP, por su parte, aspira a modificar el sistema de salud pública aboliendo el pago extra de 10 euros cada trimestre que se visita al médico.
Este pago adicional reporta 2.000 millones de euros anuales, algo que beneficia a las cajas de salud pero es muy impopular entre los médicos, obligados a cobrarlo y transferirlo con mucho trámite burocrático.
La cita en la sede de gobierno en Berlín se celebrará con una gran ausencia, la del ministro de Finanzas, Wolfgang Schuble, que viajó a la cumbre del G20 en México.
El éxito en el tira y afloja de los partidos oficialistas es vital para los liberales, que languidecen en la intención de voto por debajo del cinco por ciento mínimo necesario para la representación parlamentaria.