BANGKOK.- Al menos una persona murió hoy y otras dieciséis resultaron heridas tras ser alcanzadas por la explosión de una bomba a un tren en una estación en la región musulmana del sur de Tailandia, donde arrecian los ataques de la insurgencia separatista islámica.
El jefe de Policía de Rueso, Jakrit Wongprommet, indicó que la bomba fue colocada en la vía y detonada cuando un tren de pasajeros se paró en la estación de esta localidad de la provincia de Narathiwat, según el Bangkok Post.
La bomba, confeccionada con un cilindro de gas de 100 kilos, causó la muerte de un voluntario de defensa y heridas a un oficial de la estación, a dos inspectores del tren y a trece pasajeros, cinco de los cuales, perdieron brazos o piernas por culpa de la metralla.
La explosión destrozó un vagón del tren, que cubría el trayecto entre Yala y Sungai Kolok, en la frontera con Malasia, y dejó un cráter en la vía de dos metros de profundidad, lo que obligó a las autoridades a suspender el servicio ferroviario en la zona.
La Policía atribuyó la acción a rebeldes musulmanes que, tras detonar la bomba, dispararon contra la estación de ferrocarril.
Poco después, en otro atentado en el distrito de Rangae, también en Narathiwat, una mujer murió y su hijo resultó herido grave al ser tiroteados mientras regresaban en motocicleta de una plantación de caucho.
Según la Policía, los agresores fueron dos hombres que persiguieron a las víctimas en motocicleta a las que dispararon al menos 10 veces con un AK47.
Los dos atentados ocurrieron la misma mañana en la que unas 300 personas participaron en una ceremonia religiosa en Yala para rezar por la paz en la región del sur de Tailandia.
En esta provincia, una mujer murió ayer y una treintena de personas resultaron heridas al estallar una motocicleta bomba contra una camioneta con soldados cuando esta pasaba por delante de un comercio.
Los ataques con armas ligeras, asesinatos y atentados con explosivos se suceden en las provincias de Pattani, Narathiwat y Yala, pese al despliegue de 31.000 agentes de las fuerzas de seguridad y a la declaración del estado de excepción.
Cerca de 5.300 personas han muerto a causa de la violencia en la región desde que el movimiento separatista islámico, formado por media decena de grupos, reanudó la lucha armada en enero de 2004.
Los insurgentes denuncian la discriminación que sufren por parte de la mayoría budista del país y exigen la creación de un Estado islámico que integre estas tres provincias, que configuraron el antiguo sultanato de Pattani, anexionado por Tailandia hace un siglo.