WASHINGTON.- El arsenal químico sirio existe desde hace varias décadas, y está considerado uno de los más importantes de Medio Oriente, pero sigue siendo objeto de conjeturas, ya que los datos no clasificados son escasos.
Las informaciones públicas ("abiertas") son casi inexistentes, puesto que Siria es uno de los pocos países que no firmó la Convención sobre Prohibición de Armas Químicas y, por consiguiente, no integra la organización encargada de controlar su aplicación, la OIAC.
Los servicios de inteligencia tampoco aportan mayores datos.
En Estados Unidos, el jefe de la Agencia de Inteligencia Militar (DIA, por su sigla en inglés), el general Ronald Burgess, repite año tras año ante el Senado que "el programa sirio (...) incluye depósitos de agentes neurotóxicos que pueden ser esparcidos por avión o por medio de misiles balísticos".
Damasco procura, sin embargo, ayuda extranjera para acceder a los saberes y a los precursores químicos necesarios para fabricar esas armas, sostiene Burgess.
Las existencias sirias de distintos agentes químicos rondan las "centenas de toneladas", dice por su lado Leonard Spector, experto del Centro de Estudios sobre la No Proliferación del Instituto Monterrey de Estados Unidos.
Para Olivier Lepick, especialista francés en armamento químico de la Fundación para la Investigación Científica (FRS), la "panoplia de agentes químicos (de que dispone el régimen sirio) es bastante consistente".
Damasco logró "dominar la síntesis de los organofosforados, la última generación -la más eficaz y tóxica- de armamentos químicos. A esta familia pertenecen el sarín y el VX", así como "agentes mucho más antiguos como el sulfuro de etilo diclorado, es decir el gas mostaza", explicó Lepick en julio.
El 23 de julio, el régimen sirio reconoció por primera vez que disponía de un arsenal químico.
"Ningún arma química o no convencional será utilizada contra nuestros ciudadanos (...), estas armas sólo serán utilizadas en caso de agresión extranjera", dijo entonces el portavoz de la cancillería siria Jihad Makdessi, cuyas declaraciones fueron inmediatamente matizadas por el ministerio, que en un comunicado hizo mención a estas armas "en caso de que existieran".
El programa sirio fue lanzado en la década de 1970 con ayuda de Egipto, y luego de la Unión Soviética. Rusia, en los años 1990, e Irán, desde 2005, también lo respaldaron, según la Nuclear Threat Initiative (NTI), una organización independiente que recaba datos "abiertos" sobre las armas de destrucción masiva.
El programa de armamento químico sirio parece estar dirigido desde el Centro de Estudios y de Investigaciones Científicas (CERS) de Damasco, según el NTI.
Los principales centros de producción y de almacenamiento están concentrados en los sitios de Safira, en las inmediaciones de Alepo, en Damasco, Hama, Lattaquié y Homs, señala a su vez el Centro de Investigaciones del Congreso estadounidense.
En cuanto a los vectores, comprenden desde misiles balísticos tipo Scud hasta bombas aéreas y obuses de artillería, de acuerdo a la literatura "abierta" disponible.