LONDRES.- Un área del territorio británico en la Antártida, con un tamaño equivalente al doble de la superficie del Reino Unido, será bautizado con el nombre de "Tierra de la Reina Isabel" en homenaje a los 60 años en el trono de la monarca.
El ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, desveló este nombre durante la visita que la soberana realizó hoy al Foreign Office (Cancillería) después de asistir, por primera vez, a una reunión del Gobierno británico.
El área de la Antártida, que no tenía nombre, se encuentra en el oeste del continente y tiene una extensión de unos 437.000 kilómetros cuadrados, una tercera parte de todo el territorio británico en la Antártida y el doble del tamaño del Reino Unido.
"Es un homenaje a la reina que pone en evidencia la gratitud de este país por sus servicios", señaló Hague, también presente minutos antes en el consejo de ministros, que obsequió a la soberana con 60 manteles individuales ilustrados con imágenes del palacio de Buckingham.
Con motivo de la celebración de su Jubileo de Diamantes, Isabel II asistió hoy a una reunión del consejo de ministros del Gobierno británico, algo que no sucedía desde que lo hiciera Jorge III en 1781.
Después de visitar Downing Street, la soberana se acercó al vecino Foreign Office, donde recibió el regalo simbólico de un territorio bautizado con su nombre en la Antártida.
El Reino Unido reclamó su territorio en la Antártida en 1908, aunque no fue hasta 1962 cuando pasó a formar parte de su red de territorios de ultramar.
Actualmente, la presencia humana se reduce a tres centros de investigación.
No es la primera vez que Isabel II da nombre a un territorio del continente helado.
Existe un área de la llamada Antártida del Este que fue descubierta en 1931 por el australiano Douglas Mawson, quien la bautizó como "Tierra de la Princesa Isabel" pues entonces la actual soberana no había sido coronada.
El nuevo topónimo se utilizará en todos los mapas británicos aunque, como la Antártida se rige por un tratado internacional que suspende la soberanía nacional, el resto de los países decidirán de forma individual si reconocen o no su nuevo nombre.