GINEBRA.- Naciones Unidas considera que no ha habido ninguna mejora en la situación de los derechos humanos en Corea del Norte, un año después de que Kim Jong-un se convirtiera en el líder político del país tras la muerte de su padre Kim Jong-il.
Para la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, la situación de la población "sigue siendo deplorable", con la pena de muerte que se aplica por motivos menores tras juicios inexistentes o carentes de cualquier criterio de independencia.
Transcurrido un año desde que Kim Jong Un subiera al poder se han desvanecido las esperanzas de que el joven presidente aporte cambios positivos a la dirección política del país.
Por ello, la representante de la ONU consideró urgente que los países presionen al régimen en favor de mejoras políticas y sociales, al tiempo que se pronunció por "una investigación internacional sobre los graves crímenes que han tenido lugar en el país por décadas".
Pillay lamentó que el interés internacional por Corea del Norte esté centrado en su programa nuclear y en los esporádicos lanzamientos de misiles que efectúa.
Reconoció que si bien esos son asuntos importantes, no deberían ocultar los graves problemas de derechos humanos "que afectan de una manera u otra a toda la población y que no tienen paralelo en ninguna otra parte del mundo".
La alta comisionada recibió recientemente en Ginebra testimonios directos de norcoreanos que lograron escapar de su país tras haber estado en campos de prisioneros políticos, donde se cree -según comentó ella- hay 200.000 o más personas que sobreviven en "condiciones atroces".
Una madre le contó como tuvo que envolver a su hijo recién nacido en hojas para abrigarlo y luego coserle una especie de manta hecha de calcetines viejos, mientras que otra víctima que nació en uno de esos campos y estuvo allí hasta los 23 años, tuvo que presenciar a los 14 las ejecuciones de su madre y de su hermano.
Este sistema de reclusión además de castigar a individuos por el simple hecho de intentar ejercer sus derechos elementales (como a la expresión o de reunión) es centro de todo tipo de abusos, como torturas, ejecuciones sumarias, violaciones y trabajo forzado, indicó Pillay.
Allí ocurren formas de castigos que pueden considerarse crímenes contra la humanidad, concluyó la comisaria de la ONU.