ARGEL.- Al menos 22 rehenes extranjeros siguen con paradero desconocido el viernes después de que fuerzas argelinas irrumpieron en un complejo gasífero en el desierto para liberar a cientos de prisioneros capturados por islamistas armados, una operación en la que murieron decenas de rehenes.
Con los líderes occidentales exigiendo detalles del asalto que según dijeron Argelia lanzó el jueves sin consultarlos, una fuente local señaló que la instalación gasística todavía estaba rodeada por las fuerzas especiales argelinas y algunos rehenes permanecen en su interior.
Treinta rehenes, entre ellos varios occidentales, murieron durante el asalto del jueves, sostuvo la fuente, junto con al menos 11 de sus captores, quienes aseguraron que habían tomado el lugar como represalia por la intervención francesa contra los islamistas en la vecina Mali.
Catorce japoneses estaban entre los que seguían con paradero desconocido en las primeras horas del viernes, precisó su empleador japonés, mientras que la compañía energética noruega Statoil , que administra el yacimiento de gas Tigantourine con la británica BP y la empresa petrolera nacional de Argelia , afirmó que ocho empleados noruegos siguen desaparecidos.
En tanto, un ingeniero irlandés que sobrevivió relató que vio a cuatro jeeps llenos de rehenes volados por las tropas argelinas, cuyos comandantes dijeron que entraron en acción unas 30 horas después de que comenzara el sitio debido a que los atacantes exigieron que se les permitiera llevar a sus rehenes al extranjero.
La crisis plantea un serio dilema para París y sus socios, luego de que las tropas francesas atacaron a los aliados de los secuestradores en Mali. También continúan los interrogantes sobre la capacidad de Argelia para proteger vitales recursos energéticos y ha tensado sus relaciones con las potencias occidentales.
Dos japoneses, dos británicos y un ciudadano francés estaban entre los al menos siete extranjeros muertos, dijo la fuente a Reuters. Ocho rehenes que perdieron la vida eran argelinos. Las nacionalidades de los demás, así como de quizás decenas más que lograron escapar, no estaban claras. Unos 600 trabajadores argelinos locales, menos vigilados, sobrevivieron.
Una fuente diplomática dijo que Gran Bretaña no había recibido ninguna información que indique que la situación de los rehenes había terminado. "La situación sigue siendo muy fluida en el terreno. No tenemos ninguna información de las autoridades argelinas de que todo haya terminado", declaró.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, canceló parte de su viaje en el sudeste de Asia, su primer gira al extranjero desde que asumió el cargo, y volará a casa antes de tiempo debido a la crisis de los rehenes, dijo el viernes el portavoz del Gobierno de Japón.
"La acción de las fuerzas argelinas fue lamentable", dijo el secretario jefe del gabinete de Japón, Yoshihide Suga, quien agregó que Tokio no fue informado de la operación de antemano.
Estadounidenses, noruegos, rumanos y un austriaco también fueron mencionados por sus gobiernos como capturados por los milicianos que se hacían llamar el "Batallón de Sangre", y exigieron que Francia pusiera fin a su ofensiva de una semana en Mali.
Subrayando la visión de los líderes africanos y occidentales de que se enfrentan a una insurgencia islamista multinacional en el Sahara -un conflicto que llevó a Francia a enviar cientos de soldados a la semana pasada a Mali- la fuente oficial dijo que sólo dos de los 11 militantes muertos eran argelinos, incluido el líder del pelotón.
Los cuerpos de tres egipcios, dos tunecinos, dos libios, un maliense y un francés -que se asume eran milicianos- fueron encontrados, dijo la fuente de seguridad.
El grupo había reivindicado tener docenas de guerrilleros en el sitio y no estaba claro si alguno militantes habían logrado escapar.
El líder de los secuestradores, dijeron funcionarios argelinos, era Mokhtar Belmokhtar, un veterano de la guerra de Afganistán en la década de 1980 y la sangrienta guerra civil de Argelia en la década de 1990. DEl no habría estado presente en el lugar y ahora ha aumentado su perfil entre una multitud de islamistas del Sahara, inundados de armas y combatientes de la caótica Libia.