TÚNEZ.- Un policía muerto y 59 heridos dejaron los enfrentamientos ocurridos en Túnez por el asesinato del líder opositor Chokri Belaid, el miércoles, después de la amenaza de dimisión del primer ministro Hamadi Jebali, en conflicto abierto con el partido islamista Ennahda, en el poder.
El ejército sigue desplegado en el país y las fuerzas del orden continúan alertas, pese a que las manifestaciones prácticamente han cesado.
La clase política y la opinión esperan ahora el resultado de la jugada de Jebali, número dos de Ennagda, que sorprendió a su partido y a sus aliados laicos de centro-izquierda al anunciar la preparación de un gobierno de tecnócratas.
Vilipendiado por su gente pero apoyado por la oposición laica, Jebali persistió el sábado, amenazando con dimitir si no logra formar antes de mitad de la semana próxima un gabinete de personalidades "competentes" y "sin pertenencia política".
El primer ministro precisó que su intención concierne también los ministerios de Interior, Justicia y Relaciones Exteriores, aunque los islamistas se niegan a abandonar estas carteras tan importantes. Los futuros ministros deberían comprometerse además a no participar en las próximas elecciones, según Jebali.
El primer ministro, un moderado dentro de su partido, rechazó el argumento, estimando que la Constituyente, al colocarlo al frente del gobierno en diciembre de 2011, le confirió el poder de remodelar su equipo.
En efecto, según la ley de organización provisional de los poderes públicos, el jefe de gobierno puede "crear, modificar y suprimir los ministerios y las secretarías de Estado, y fijar las atribuciones y prerrogativas, tras deliberación del Consejo de ministros e información del presidente de la República".
Pero la franja radical de Ennahda advirtió que está dispuesta a salir a la calle para defender "la legitimidad de las urnas", lo que presagia más inestabilidad dos años después de la revolución de 2011, e incluso una posible escisión de los islamistas.
El problema es que sin ley fundamental no podrán celebrarse las elecciones prometidas por el primer ministro, justo en un momento en que cunden en la calle la impaciencia y la indignación ante la falta de reformas económicas y sociales.
Entre la división de los islamistas, el boicot de la Constituyente por parte de cuatro corrientes opositoras desde el asesinato de Belaid, y los desacuerdos de principio sobre la naturaleza del futuro régimen político, la redacción de la Carta Magna sigue bloqueada.