CARACAS.- A juzgar por los duros enfrentamientos entre los candidatos a la presidencia de Venezuela cuando el féretro de Hugo Chávez aún estaba en capilla ardiente, los venezolanos deberán prepararse dentro de los próximos 12 días de campaña.
La carrera electoral que comenzó oficialmente este martes para la segunda votación nacional (14 de abril) en seis meses, enfrentará a un chavismo que por primera vez se medirá sin su fundador y mentor, contra una oposición que vuelve a competir unida detrás de la misma carta con la que perdió contra Chávez en octubre del 2012.
Nicolás Maduro, heredero político de Chávez y Presidente interino, mantiene en alto la misma consigna de llevar la "revolución socialista" a un punto de no retorno, pero le agregó una impronta personal que abunda en mensajes espirituales. Se persigna en nombre de Chávez, reza, llora y hasta le pide fuerzas.
A la hora de referirse a su rival, el gobernador Henrique Capriles, Maduro replica la tónica de su "padre" -como lo llama- y lo insulta, desestima su capacidad y asegura que es un "burgués" listo para echar por la borda los programas sociales del líder izquierdista fallecido.
Por la otra parte, Capriles enterró la moderación con la que compitió antes contra un Chávez que aún estando enfermo hizo valer su condición de peso pesado de la política venezolana, que dominó desde fines de la década de 1990.
En esa pugna, el gobernador de 40 años prefirió morderse los labios cada vez que le decían "majunche" -mediocre- antes que enfrascarse directamente con un Chávez que venía de someterse a duros tratamientos contra un cáncer que terminó arrebatándole la vida el 5 de marzo.
La estrategia de la moderación no le alcanzó y quedó 11 puntos porcentuales detrás del oficialismo. Pero la oposición logró su mejor desempeño en años con 6,6 millones de votos. Y ahora, ha decidido mostrar los dientes.
"La campaña de Capriles en el pasado era una campaña de planteamiento de una alternativa, moderna pero completamente respetuosa de Chávez, sin atacarlo, sin enfrentarlo. Aquí en cambio es dura, agresiva", observó Luis Vicente León, director de Datanálisis, a Reuters.
Consciente de que tiene en sus manos otra oportunidad dorada, Capriles se ocupa de bajar a Maduro al ruedo y retarlo con una irreverencia muy alejada de su postura anterior.