BRASILIA.- Brasil todavía no "está maduro" para despenalizar el uso de la marihuana ni el gobierno de Dilma Rousseff prevé presentar una iniciativa en ese sentido, dijo el responsable de la política de drogas en una entrevista publicada hoy.
Considerado el mayor consumidor mundial de crack, un residuo de la cocaína de bajo costo, Brasil cuenta desde 2006 con una ley antidrogas calificada de ambigua por organizaciones y expertos.
La normativa deja a criterio de la policía quién es traficante de drogas o sólo un usuario, ya que no establece una dosis mínima. Estados como Sao Paulo autorizan incluso la internación clínica obligatoria de adictos.
No obstante las críticas, Brasil no "está maduro" para despenalizar el consumo de marihuana, señaló Vitore Maximiano, nuevo jefe de la Secretaría Nacional de Políticas Sobre Drogas, en un entrevista con el diario "O Globo".
"Ese debate tiene que darse en la sociedad brasileña y creo que ya se está dando", matizó el funcionario, pero descartó que el gobierno pretenda alentar una iniciativa para la despenalización del consumo de drogas.
"No hay ningún pedido de ministro, ninguna acción en curso. Lo que tenemos es la obligación de estudiar escenarios", afirmó Maximiano, y señaló que pese a los vacíos la ley vigente busca eliminar la cárcel como castigo para el porte de drogas.
"No me gusta la represión. Creo que el usuario no debe ser tratado con represión. Soy un entusiasta de las penas alternativas, que permiten sanciones sin privación de la libertad", sostuvo.
Con una población de 194 millones de habitantes, se estima que en Brasil hay un millón de consumidores de crack, según cifras de la Policía Federal y de la Universidad Federal de Sao Paulo.
El fenómeno es considerado como una "epidemia" por el gobierno de Rousseff, debido al fuerte aumento de usuarios de esa droga en los últimos años, y motivó la adopción de una política que combina el combate al narcotráfico y la atención médica de adictos.
Brasil no es un productor de drogas, y la mayor parte de la marihuana que se consume en el país procede de Paraguay, mientras la cocaína ingresa de Bolivia, según autoridades.