BAGDAD.- La oleada de atentados con bombas realizada este lunes en Irak, en especial contra áreas chiitas de Bagdad, dejó un total de 58 personas muertas y por lo menos 187 heridos, informaron médicos y funcionarios oficiales del área de seguridad.
En total se registraron 19 ataques en todo el país, incluyendo más de una docena de atentados con bombas, que elevaron el saldo general por la violencia en el mes de mayo a más de 500 muertos, de acuerdo con datos oficiales.
Con los ataques de este lunes, casi 1.000 personas murieron de forma violencia en Irak en menos de dos meses, en un verdadero baño de sangre que las autoridades parecen incapaces de detener.
En esta jornada, más de una docena de atentados con bombas en la región de Bagdad dejaron por lo menos 55 muertos y 187 heridos, según informaron médicos y fuentes de seguridad.
Dos de los atentados, donde se utilizaron automóviles cargados con bombas, fueron realizados en Habibiyah, no lejos de un estadio donde la selección de fútbol de Irak disputaba un partido amistoso contra el seleccionado de Liberia.
"Los guardias están allá, y un automóvil estalló aquí. ¿Cómo podemos entender esto? Este es un estado en ruinas", se quejaba Fadhel Hanoun, un vendedor de autos usados en medio de la destrucción provocada por una de las bombas.
A su lado, otro hombre gritaba: "Este ha sido una operación organizada con cuidado. Los retenes de la policía no sirven para nada, no chequean ninguno de los automóviles que pasan".
Por el momento, ningún grupo asumió la responsabilidad por los ataques, pero militantes sunitas ligados a la red Al Qaida regularmente detonan explosivos contra objetivos chiitas, en una tentativa por aumentar todavía más las tensiones y minar la confianza en las fuerzas de seguridad.
Casi simultáneamente con los estallidos se registraron intensos intercambios de disparos en la provincia de Kirkuk, donde murieron un miliciano anti Al Qaeda y un operador privado de energía eléctrica. En tanto, una bomba colocada junto a una carretera en la norteña ciudad de Mosul provocó la muerte de un coronel de la policía.
La región autónoma iraquí del Kurdistán desea incorporar a su territorio la zona de Kirkuk (rica en petróleo), interés que genera intensas objeciones del gobierno central, en una disputa que diplomáticos y analistas señalan como una de las mayores amenazas a la estabilidad del país.
Las áreas en el norte de Irak donde se registraron ataques son la base de una substancial población sunita, una comunidad que durante meses realizó manifestaciones de protesta contra el gobierno, al que acusa de discriminación.
Aunque el gobierno ha hecho algunas concesiones para reducir las protestas y a los sunitas en general, como la liberación de prisioneros o el aumento de salarios a los sunitas que combaten a Al Qaeda, problemas centrales aún tendrán que ser resueltos.
Un ataque realizado por fuerzas de seguridad contra manifestantes el pasado 23 de abril, que dejó decenas de muertos, agudizó las tensiones.
Analistas indican que recientes decisiones gubernamentales, como la negativa a hacer cualquier concesión a los manifestantes, alimentan a los grupos militantes de la oposición y les permite a manipular a una comunidad claramente desilusionada.
Esta inestabilidad marcada por oleada de violencia hace elevar los temores de que la guerra civil en la vecina Siria pueda trasladarse a Irak y hunda al país en una nueva crisis.