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Fracasa en Egipto la mediación internacional para resolver la crisis política

Las conversaciones entre funcionarios diplomáticos europeas, estadounidenses, africanos y árabes en El Cairo, no llegaron a un consenso.

07 de Agosto de 2013 | 09:37 | AFP
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EFE

EL CAIRO.- La presidencia egipcia anunció este miércoles el fracaso de los emisarios internacionales para mediar entre el gobierno y los partidarios de Mohamed Mursi, derrocado el 3 de julio por un golpe militar.


Tras 10 días de mediaciones diplomáticas europeas, estadounidenses, africanas y árabes en El Cairo, el gobierno instalado por el Ejército ha puesto bruscamente fin a las esperanzas internacionales de encontrar una solución política negociada en el país.


Desde finales de junio, los enfrentamientos entre partidarios y detractores de Mursi han dejado más de 250 muertos, el último la noche del martes. Ese mismo día, 62 personas resultaron heridas en todo el país, según el ministerio de Sanidad.


En la península del Sinaí, un ex parlamentario ha sido asesinado por hombres armados el miércoles por mostrar su apoyo a la armada.


Las autoridades habían intensificado desde hace días su amenaza de dispersar por la fuerza las dos acampadas de las plazas cairotas de Rabaa al Adawiya y de Nahda, donde se concentran miles de partidarios de los Hermanos Musulmanes, cofradía a la que pertenece Mursi.


La presidencia apunta directamente a la poderosa cofradía, que considera "responsable del fracaso de los esfuerzos internacionales", pero también, y sobre todo, de las próximas consecuencias de "la violación de leyes y de la puesta en peligro de la seguridad pública".


El gobierno autorizó hace una semana a la policía a poner fin al "terrorismo" y a la "amenaza a la seguridad nacional" que representan las acampadas.


El jefe del poderoso ejército y nuevo hombre fuerte del país, el general Abdel Fatah al Sisi, insistió: "La policía civil" -y "no los militares"- "pondrá fin a estas acampadas y limpiará las plazas".


Mientras casi toda la prensa y gran parte de la población ve en esta dispersión una manera de reactivar la transición, por el momento en punto muerto, los responsables multiplican las declaraciones en las que prometen "el menor número de pérdidas posibles".


Frente a la firmeza de posiciones mostrada por los dos sectores enfrentados, los emisarios internacionales, entre ellos la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, y el secretario de Estado adjunto de los Estados Unidos, William Burns, intentaban conseguir moderación de las autoridades y que los islamistas se dispersen.


Tras prolongar durante varios días su visita sorpresa a la capital egipcia, Burns abandonó el país el miércoles, indicaron fuentes aeroportuarias que pidieron mantener el anonimato. El representante de la Unión Europea, Bernardino León, aún continuaba en El Cairo a mitad de jornada.


Tras la caída del presidente Hosni Mubarak durante la denominada primavera árabe, a principios de 2011, Egipto conoció una nueva "revolución" el 30 de junio, cuando millones de manifestantes reclamaron en las calles la marcha de Mursi, acusado de haber acaparado el poder en beneficio de los Hermanos Musulmanes y de haber hundido una economía ya de por sí exigua.


El 3 de julio, el general Al Sisi, acompañado de responsables religiosos y políticos, anunció el remplazo de Mursi por autoridades de transición, quienes prometieron una nueva Constitución y elecciones generales como muy tarde a comienzos de 2014.


Desde ese día, los Hermanos Musulmanes denuncian un "golpe de Estado militar" y la puesta en marcha de un "estado policial", especialmente con la detención de varios de sus dirigentes, entre ellos Mursi. El guía supremo de la cofradía, que se encuentra huido, debe ser juzgado a partir del 25 de agosto junto a sus dos adjuntos, en detención preventiva, por "incitación al asesinato".


Estados Unidos tiene dificultades para poner nombre a esta destitución del primer presidente elegido democráticamente en Egipto por parte del ejército, puesto que calificarlo de "golpe de estado" les obligaría a interrumpir la ayuda al país de 1.500 millones de dolares al año, incluyendo 1.300 millones para el ejército.

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