MOSCÚ.- Más de 100.000 personas sufren las consecuencias de las mayores inundaciones de la historia en el extremo oriente ruso, que afectan a un área de más de un millón de kilómetros cuadrados, informaron hoy las autoridades rusas.
Según Yuri Trútnev, representante del presidente ruso para esta extensa región del país, las torrenciales lluvias y las crecidas sin precedentes de los ríos -sobre todo del Amur, frontera natural entre Rusia y China- que han asolado la región desde finales de julio han "destrozado carreteras y líneas eléctricas", inundado miles de hogares y obligado a evacuar a miles de personas.
Con el invierno a la vuelta de la esquina (las primeras heladas amenazan con llegar a la región ya a finales de septiembre), "la prioridad es alojar a la gente en espacios con calefacción", señaló Trutnev, el nuevo representante plenipotenciario de la Presidencia rusa para el distrito federal de Extremo Oriente.
"Ni una sola persona puede quedarse en centros de acogida temporal para cuando empiece la temporada invernal", subrayó Trútnev, citado por la agencia "Interfax", en una reunión de trabajo con ministros y otros cargos públicos celebrada en Moscú.
Los militares rusos han evacuado a más de 3.000 personas sólo en los últimos dos días de las zonas inundadas del distrito afectado, uno de los más extensos pero al mismo tiempo deshabitados de Rusia.
El Ministerio de Defensa ruso señala que más de 20.000 personas han sido evacuadas de sus hogares desde que empezaron las inundaciones.
Mientras, el Ministerio para Situaciones de Emergencia ruso prepara la evacuación de unos 30.000 habitantes de la ciudad de Komsomolsk del Amur en caso de que siga la crecida del río sobre cuyo litoral se ubica la urbe y que hoy ha alcanzado casi los 9 metros de altura.
Los hidrólogos indican que el Amur podría llegar a casi 10 metros de altura a su paso por esta ciudad de la región de Jabárovsk, fronteriza con China.
Las autoridades rusas calculan que se necesitarán más de 750 millones de dólares en los próximos tres años para la reconstrucción y reparación de todas las infraestructuras destinadas a proteger las regiones de la zona de futuras crecidas fluviales.
Según el Ministerio de Salud, que no ha informado de víctimas mortales, desde el comienzo de las inundaciones más de 3.000 personas, entre ellos 600 niños, han sido hospitalizadas con diversas heridas y estrés.